‘En 2045 el ser humano será inmortal’. Al venezolano José Luis Cordeiro, profesor de la Singularity University de Silicon Valley, no le tiembla la voz al asegurar que dentro de aproximadamente treinta años, el ser humano ya no necesitará preocuparse por la ‘enfermedad’ más terrible e irrefrenable de todas: el envejecimiento. Y es que Cordeiro no dudaría en poner la mano en el fuego por los extraordinarios avances tecnológicos y científicos de los que la humanidad será testigo dentro de muy pocos años, sino es que lo está siendo ya en estos mismos momentos.
Pero, ¿cómo es posible alcanzar la inmortalidad? Desde que éramos pequeños, hemos percibido un mundo finito lleno de recursos que, en su mayoría, eran limitados. De forma inconsciente, la vida y la propia sociedad nos han convencido de que, efectivamente, la muerte era algo natural e inevitable. Incluso el mismísimo planeta tierra se destruirá algún día, o en todo caso, sufrirá una drástica transformación. Absolutamente todo cambia, todo está en movimiento. Es quizás por eso por lo que el ansiado fenómeno de la inmortalidad parece tan irreal e inalcanzable.
La gran novedad en este aspecto es que, de hecho, la inmortalidad ha sido finalmente demostrada como factible. Paradójicamente, reside en uno de los fenómenos más destructivos y mortales para el ser humano: es una cualidad intrínseca al cáncer. ¿Cómo nos podemos explicar esto? Cómo todos sabemos, la cura del cáncer aún está por descubrir, hecho ya de por sí insólito si tenemos en cuenta el gran boom tecnológico y científico que, como menciona Cordeiro, ha estallado a nuestro alrededor en los últimos tiempos. No se barajan más que hipótesis-en vez de teorías correspondientemente contrastadas-a la hora de tratar de resolver el problema de cómo una célula ‘normal’-mortal, perecedera-de un organismo humano se logra convertir de buenas a primeras y sin causa aparente en una célula cancerígena. Y es justo en esta donde reside la clave la de la inmortalidad: las células ‘malignas’ del cáncer son mortales precisamente por su capacidad de multiplicación infinita. Porque son inmortales. Esta es la razón por la que muchos investigadores tratan de obtener la ansiada cura del cáncer sin descanso: dicho hallazgo no solo constituiría la victoria final del ser humano sobre una de las enfermedades más peligrosamente extendidas y mortales de nuestros días: supondría, ni más ni menos, el primer paso hacia una nueva era en la que, como mínimo, el ser humano podría alargar su vida alrededor de 40 años más.
De hecho, la búsqueda de la expansión de la esperanza de vida de una especie no solo ha sido abordada desde el interesante punto de vista de las células cancerígenas. Recientemente, la prestigiosa Methuselah Foundation ha otorgado el Methuselah Mouse Prize a los miembros de una investigación que lograron rejuvenecer y alargar la vida de los ratones con lo que experimentaban.
Para dicho estudio, se basaron principalmente en la restricción calórica (en adelante, CR), o ‘consumo de menos calorías evitando la desnutrición’. Su objetivo principal era demostrar que, efectivamente, con la CR se podría decelerar el envejecimiento y el desarrollo de enfermedades relacionas con la edad.
Comenzaron el estudio dividiendo a los ratones (de 19 meses) en dos grupos. A los que conformaban el primero les sometieron a la CR, mientras que los ratones del segundo grupo se alimentaron a base de una dieta ‘normal’. A los dos meses, el tiempo medio hasta la muerte del grupo ‘CR’ se incrementó en un 42% . Es decir, sus vidas aumentaron una media de 4,7 a 6 meses.
Entre los meses 21 y 31, el porcentaje de mortalidad asociado a la edad decreció 3,1 puntos (P<0’001). Destacan especialmente los rápidos efectos que esta CR tuvieron con respecto a la carcinogénesis: los ratones de ambos grupos tenían tumores, y de hecho la gran mayoría fallecieron finalmente por esta causa (los porcentajes son similares en ambos grupos, un 89,3% de los de la dieta ‘normal’ y un 90,6% de los del grupo CR). Sin embargo, llama la atención que, como se señala en el gráfico más adelante, a pesar de que en ambos grupos estaban enfermos de cáncer, este factor no impidió que los ratones del grupo CR alargaran su vida un 42% más, llegando algunos a vivir hasta 46 meses.
A partir de los 31 meses, el CR sigue dando resultado: de 37,6 meses la vida media de los ratones aumentó a 43’6 (aprox. 6 meses). Este fenómeno fue de gran relevancia para la investigación, ya que logró demostrar que el CR aplicado a una edad relativamente temprana (19 meses) tiene exactamente los mismos efectos que si es aplicado a una edad mucho más tardía (31 meses). Además, también quedó vigente la rapidez con la que actúa la CR: estaba haciendo efecto en los genes de los ratones tan solo dos meses después de comenzar a ser aplicada.
![Rozando la inmortalidad tabla 4](https://m1.paperblog.com/i/390/3904307/rozando-inmortalidad-L-o3D8dJ.png)
En este gráfico, se compara la evolución de dos grupos de ratones: los que siguieron la CR (azul), y lo que, en cambio, siguieron una dieta ‘normal’ (círculos rojos). Así, queda ilustrado el rotundo éxito de dicha investigación, ya que se demuestra de manera inequívoca que la expansión de la esperanza de vida de una especie a través de la restricción de calorías en la dieta es perfectamente factible.
Siguiendo la línea de investigación de este estudio, no puedo evitar que me venga a la cabeza un libro que causó una gran controversia y se convirtió en best-seller desde la primera edición de su publicación en 2005: La enzima prodigiosa. Acompañando al título en la portada pueden leerse sorprendentes máximas como ‘Una forma de vida sin enfermar’ o ‘La dieta del futuro que evitará las enfermedades cardíacas, curará el cáncer, detendrá la diabetes tipo 2, combatirá la obesidad y prevendrá padecimientos crónico degenerativos’.
En un principio parece una dieta más del montón, pero si profundizamos en la investigación de su autor, el doctor Hiromi Shinya, descubrimos que, además de ser conocido por sus avances en el campo de la cirugía colonoscópica, también ha logrado curar numerosos casos de cáncer gracias a sus dietas, que coinciden en el ‘estudio de los ratones’ en que también están basadas en un una fuerte restricción de calorías, con el objetivo en este caso de mantener vivas y fuertes a unas enzimas especiales cuya existencia Shinya postula, las denominadas ‘enzimas madre’. Esta gráfica de sectores es un ejemplo de la Dieta por la que apuesta en su primer libro:
![Rozando la inmortalidad dieta shinya](https://m1.paperblog.com/i/390/3904307/rozando-inmortalidad-L-269RWo.png)
Todo está relacionado: las dietas recomendadas por el doctor Shinya y aquella basada en la restricción de calorías administradas a los ratones de laboratorio están demostrando ser el primer paso hacia la victoria sobre la extraordinaria resistencia y multiplicación de las células cancerígenas, hacia el control de un poder cuyo origen y causas desconocemos y que desde luego, no estamos preparados para poseer.
El número aproximado-no se sabe con certeza el exacto-de personas en el mundo a día de hoy es de 7.229.916.048. La tasa de natalidad en el año 2014 (el año más reciente del que se publicaron datos poblacionales) fue de 18,7/1000 habitantes, mientras que la tasa de mortalidad de ese mismo año fue de 7,89/1000 habitantes y la tasa de crecimiento a nivel mundial, de 1,06/1000 habitantes. Paradójicamente, el hecho de que las tres tendencias mencionadas hayan ido disminuyendo los últimos dieciséis años ha tenido la consecuencia de que la población no ha cesado de aumentar desde entonces. Nos hallamos, por tanto, ante una situación en la que cada vez hay menos nacimientos, muertes y dinamismo.
En este estancamiento temporal en el que intuitivamente nos encontramos, ¿qué consecuencias tendría el descubrimiento de la expansión de la vida de algunos seres humanos, o incluso la inmortalidad? En primer lugar, dudo que dicha ‘cura’ se repartiera equitativamente. África siempre será África, y Europa siempre será Europa. Muy probablemente surgirá una nueva moneda de cambio más potente que el dinero y mucho más significativa y vinculada al ser humano: el tiempo.
Los grandes avances tecnológicos científicos, ¿a dónde nos están conduciendo? La humanidad va a bordo de un gran barco que se dirige atropellada y velozmente hacia la más radical de las transformaciones vividas hasta ahora. Estamos siendo testigos del comienzo de una nueva era.