Beatriz Benéitez. Santander
En los últimos años, las siglas han proliferado de una manera exponencial. Esto hace que tengamos que conocer las nomenclaturas de un montón de instituciones y disciplinas si queremos enterarnos de lo que leemos a menudo. Las ONGDs, el Máster MBA, las normas UNE, la ISO9002, el EFQM.... y así hasta casi el infinito. Una de esas siglas que ahora están tan de moda es la formada por las letras RSC, a las que voy a dedicar unas líneas para, si es posible, poner un poco de luz. RSC significa Responsabilidad Social Corporativa y, al margen de complejas definiciones, en esencia es lo que las empresas hacen más allá de sus obligaciones legales y formales, y que redunda en el bien común. Las acciones que componen un plan de RSC no tienen por qué ser costosas, y cualquier empresa sea cual sea su emplazamiento, tamaño o actividad puede poner en marcha su propio plan de la también llamada Responsabilidad Social Empresarial. Al margen del beneficio de la propia acción que se emprende, los planes de RSC tienen una una ventaja añadida para la empresa: le ayudan a proyectar hacia el exterior (clientes, proveedores y sociedad en general) una imagen más positiva. Dicho de otra forma, las acciones de RSC contribuyen a "humanizar" a las empresas, que son una parte importante del tejido social. Un plan de RSC puede ser muchas cosas: puede contener acciones relacionadas con el medio ambiente, como el reciclaje de papel u otros materiales, medidas que contribuyan al ahorro energético...; acciones sociales, como la colaboración con una asociación de vecinos, el patrocinio de cualquier actividad social, cultural o deportiva, la ayuda a una organización no gubernamental, la contratación de personas con algún tipo de discapacidad, descuentos en productos o servicios a colectivos concretos, donación de excedentes o material que no supere el control de calidad a alguna entidad benéfica y un largo etcétera.
En España y en Cantabria hay muchas, muchísimas empresas que desde hace años practican la Responsabilidad Social Corporativa. La cuestión es que... algunas ni siquiera lo saben. Y es una pena, porque realizan las acciones, pero no disfrutan de todos sus beneficios. A estas alturas, todos deberíamos saber que las cosas, además de hacerlas, hay que contarlas. Porque de lo que no se habla, no existe. Otras empresas, en cambio, han trabajo mucho este tema, y han podido comprobar su importante retorno: desde una sensible mejora del clima laboral hasta la proyección de una imagen mucho más positiva que, en ocasiones, ayuda a atraer nuevos clientes. En el caso de las corporaciones que deciden internacionalizar sus productos o servicios, emprender alguna de estas acciones en el lugar en el que piensan establecerse (en colaboración con instituciones o entidades locales), puede contribuir notablemente al éxito del proyecto.Son tiempos duros, y sé que las empresas tienen bastante con intentar aguantar y mantenerse como puedan. Pero, precisamente por eso, puede que merezca la pena trabajar en pequeños detalles que, a veces, marcan la diferencia.