Su nombre significa en árabe “lugar vacío”, una descripción bastante exacta de lo que puede parecer Rub al-Jali en una visión superficial, una inmensa nada de arena en el que ni siquiera los beduinos se atrevían a entrar. La única forma de atravesarlo era por una ruta comercial, sólo frecuentada por camellos, tan antigua que es anterior a nuestra época y que discurría uniendo pequeñas poblaciones tribales que sobrevivían en las proximidades de los escasos oasis en los que era posible encontrar agua… hasta que se descubrió el petróleo.
Rub al-Jali ocupa una gran parte de la península Arábiga, extendiéndose por territorios pertenecientes a países como Arabia Saudita, Omán, los Emiratos Árabes Unidos y Yemen. Es el desierto más extenso del planeta, con una superficie de unos 650.000 km cuadrados (para hacernos una idea, es más grande que Holanda, Bélgica y Francia juntas) y es una de las zonas más inhóspitas de la Tierra, en la que tan sólo sobreviven unas pocas especies vegetales endémicas y algunos insectos y animales pequeños, como roedores.
El paisaje de Rub al-Jali es como un océano de arena con grandes dunas con formas redondeadas que alcanzan los 300 metros de altura. Sus temperaturas son extremas, tanto por el calor diurno –que puede llegar a superar los 55ºC- como por el frío nocturno, solo soportable por unas pocas especies vivas.
Cuenta la leyenda, que en el centro del desierto había una ciudad plagada de riquezas, que se fundó en el año 3.000 A.C., era la capital de la ruta del comercio de incienso a través del desierto, conocida como la Ciudad de los Mil Pilares y que fue poco a poco enterrada por las arenas de Rub al-Jali hasta desaparecer por completo. Un apunte friki: esta ciudad, viva en las leyendas y mencionada en el Corán, fue la protagonista del videojuego Uncharted 3: La traición de Drake de 2011 para PlayStation 3.