Revista Opinión

Rubalcaba

Publicado el 04 enero 2012 por Alejandropumarino

Rubalcaba

Tras el anuncio del plan del Ejecutivo, que entre otras decisiones congeló el sueldo de los funcionarios, Alfredo Pérez Rubalcaba convocó una «reunión de urgencia» con su equipo económico para analizar unas medidas que ya calificó de   «graves e injustas». Después de la reunión, el ex ministro del Interior dio una rueda de prensa en la que no dudó en asegurar que dicho plan de ajuste «nos va  a llevar probablemente a la recesión económica, y desde luego a una grave depresión económica, y, por tanto, a la destrucción de empleo y a una falta de crecimiento de nuestra economía, que ya estamos teniendo y que se agudizará con el plan que el Gobierno ha presentado»

D. Alfredo tardó poco tiempo en aprender el rol de jefe de la oposición para hacerlo de modo contrario al que él mismo predicó durante la campaña electoral, pero también más cara a la galería de su propio partido, que al pueblo a quien representa. La pregunta es inevitable: ¿Por qué no tomó las medidas necesarias mientras formó parte del gobierno?. Resulta paradójico que no nos haya hecho partícipes de medidas útiles para recuperar la economía y aumentar en empleo, si era conocedor de ellas, y que espere a perder unas generales para sacar conejos de la chistera. Tal vez hable para la galería con la mirada puesta en una Cataluña a la que teme, porque los enemigos del cántabro están dentro de su propia formación y no entre los populares quienes, hasta ahora, han hecho gala de cierta elegancia no responsabilizando a la administración anterior de los desmanes económicos cometidos.

Rubalcaba es inteligente, es un político con dilatada experiencia de poder, superviviente en aguas turbulentas y absolutamente válido para liderar al PSOE, aunque el partido necesita algo más que un líder nacido en unas primarias. Precisa una renovación urgente, deformado por la gente guapa de González y la reescritura de la historia en la que se empeñó el leonés errante, para aproximarse al votante de la calle, que es quien quita y otorga el poder a los líderes políticos. No me cabe duda de que Alfredo pe punto puede servir de guía en este camino, pero su presumible victoria en las primarias para alcanzar la secretaría general, lejos de constituir un fin en sí misma, es el inicio de un camino tan tortuoso como incierto.


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