Rubalcaba, escalador

Aunque la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) estuviera manipulada a favor de Alfredo Pérez Rubalcaba, es difícil que pudiera falsearse tanto como para situar a Mariano Rajoy de número seis de presidentes de Gobierno deseables.

Primero aparece Rubalcaba, luego Carme Chacón, Rosa Aguilar, Durán i Lleida, Rosa Díez y, penúltimo, Rajoy. Amortizado, Zapatero cierra la lista.

Se diría que el ciudadano no quiere castigar a Rubalcaba, miembro de los peores gobiernos españoles de muchas décadas.

Porque Zapatero, el Ungido, ha terminado reduciendo el bienestar, los sueldos, las pensiones, empobreciendo a los españoles, mandándolos al paro. De la Champions League en la que estaban y cuyos miembros siguen prosperando, a la cola de los PIGS.

Rubalcaba ha participado en la rendición del Estado ante ETA, admitiendo a los terroristas en las instituciones y traicionado al país en el gravísimo caso Faisán. La nazi ETA gobierna parte de Euskadi. Ya puede disolverse.

La asombrosa valoración de Rubalcaba se debe, quizás, a que transmite cercanía, confianza. Y sólo por esa apariencia se le cree mejor que quien fue un eficaz y decente ministro, y vicepresidente de los gobiernos Aznar.

Es curioso que el hijo de un militar que se levantó con Franco contra la República sea ahora la gran esperanza de Zapatero, el orgulloso nieto del capitán Lozano, fusilado por el bando de Rubalcaba padre.

Que conste: es bueno para España este retruécano tras el desastre de un Ungido que quiso revivir la guerra civil olvidando que su propio padre, hijo del capitán, juró los Principios del Movimiento por algo nimio, ser decano de los abogados leoneses.

El registrador de la Propiedad Mariano Rajoy es aficionado al ciclismo leyendo Marca. Rubalcaba es un escalador que sale fuerte, pese al hundimiento zapateril.

Que recuerde Rajoy que España siempre paga a traidores, y que el Tour se pierde con un despiste, como le pasó a Perico Delgado.

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SALAS también ve incierto algún final