Revista Deportes

Rugby vs Fútbol (I)

Publicado el 09 septiembre 2014 por Tarrako @angelllcp
El décimo consejo de Jonathan Frazer para ser un buen escritor es: Necesitas haber amado algo para poder ser despiadado con ello. Y eso es lo que me ocurre a mí con el fútbol, amé al fútbol por encima de todo, yo estoy en la canción de Andrés Calamaro, "Crímenes Perfectos"

Todo lo que termina, termina mal
poco a poco,
y si no termina, se contamina más
y eso se cubre de polvo
me parece que soy
de la quinta que vio el mundial 78.

Cambia 78 por 82 y allí estoy yo.

Unos tipos en pantalón corto, jugando, dejándose la vida tras cada balón, luchando, muriendo por un pedazo de cuero, nombres míticos como Rossi, Sócrates, Zico, Eder, Lato, Schumacher, Littbarski, Tardelli, Gentile, Zoff, Millar... Celebrar un gol así:

Y después vino Maradona, y su impresionante juego en la cancha, fuera de ella todo es más discutible, pero somos humanos, demasiado humanos. Unos actúan como personas, otros siguen las órdenes del departamentos de marketing.

Paso el tiempo y el juego cambió, hay contacto gritaban los periodistas, ha caído, tipos de metro ochenta y noventa quilos de peso cayendo por un ínfimo toque del rival, gritos de dolor inhumano, aullidos al árbitro, periodistas fanáticos de su equipo, peleas, tanganas... Lo malo es que estas actitudes ocurran, lo peor es que no se tome ninguna decisión para terminar con esto. Se permite que un entrenador le meta el dedo en el ojo a otro o que un jugador le dé un par de patadas al camillero que lo está retirando del campo, y cuál es la reacción de las federaciones y organismos oficiales, ninguna, todo está permitido, todo forma parte del espectáculo. Hemos llegado a ver normal que dos aficionados de equipos rivales se repartan unos sopapos, pero es inconcebible que alguien le pegue dos leches al presidente del banco que le ha robado más de la mitad de sus ahorros por las preferentes, en el fútbol parece que todo está permitido, como en la vida, pero a diferencia de esta última el castigo es inexistente.

Y las ramificaciones de este problema nos llevan a los más pequeños, que crecen viendo esto y creen que esa debe ser la actitud en un rectángulo de juego. Una anécdota, un niño de ocho años, que destaca en todos los deportes, sobretodo en fútbol, le piden que ayude al equipo de baloncesto del colegio, así que va a jugar su primer partido, un rival le da un golpe, cae al suelo, grita, se toca la rodilla, levanta la mano, aparece el entrenador de su equipo, lo mira, "chaval esto es básquet, no es fútbol, deja de hacer el imbécil". Podemos archivar esta anécdota en la carpeta de historias sin importancia, como decía la Secretaria de Prensa del Gabinete del Presidente Josiah Bartlet, C.J. Cregg, en la imprescindible serie "El Ala Oeste de la Casa Blanca", pero estoy seguro que todos conocemos historias iguales o parecidas.

El fútbol como deporte es genial, once contra once y meter la pelota en la portería contraria, sólo se puede jugar con los pies, el único que la puede tocar con las manos es el portero, pinta muy bien, pinta genial, y a mi hijo de tres años le encanta darle al balón y meterme goles, pero el fútbol se ha rodeado de demasiados complementos externos, ajenos al mismo juego, lo que le ha convertido en un estercolero de los valores deportivos, unos valores que el rugby lucha por conservar, pero cada vez con más problemas, con más dificultades, y viendo el fútbol me asusta a donde puede llegar el rugby profesional, y esa debe ser una de nuestras luchas, no parecernos en lo malo, no destruir nuestro deporte oval.

(Continuará)


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