SINOPSIS:
Un inspector de policía brutal, un psicópata guiado por su “antropoide”. Un relato de obsesiones en las que dos vidas se entrecruzan y finalmente colisionan. Carlos Riso, profesor universitario y psicópata en su tiempo libre, con un único deseo: asesinar mujeres. Juan Vaguera, inspector de policía, arraigado en los métodos de la antigua escuela. Vaguera encuentra en Riso a su presa perfecta. A partir de ese momento, sus vidas se convierten en una continua y salvaje persecución haciendo que ambos necesiten de la presencia del otro.La verdad es que me gusta mucho este tipo de novelas, en el que un inspector de policía le da caza a un psicópata asesino. Podría afirma que el 80% de novelas que leo son de ese estilo. En esta, particularmente, lo que más me ha gustado es su estilo directo y contundente, y como el escritor narra los hechos, desde dos puntos de vista distintos y en primera persona, uno es el del inspector de policía Vaguera y el otro el del perturbado profesor de universidad/asesino psicópata Carlos Riso.
Comentando la novela con José Montero, me afirmó que... "Para el personaje de Carlos Riso, me inspiré en un caso real que fue bautizado por la prensa como "El violador de ancianas", y físicamente en el yupi de American Pyscho; y para el personaje de Vaguera me inspiré en Harry Callahan, entre otros, y físicamente en Orson Welles en Sed de mal. En cierto sentido, tanto el inspector Vaguera como Carlos Riso, en esencia son muy parecidos, dos caras de una misma moneda; uno con licencia y el otro sin ella."
Además que huelga decir que está muy bien escrita, alternando un capitulo para cada personaje; y la novela gana bastantes enteros cuando el punto de vista pasa al de Carlos Riso, en el que José Montero describe de manera exquisita la perturbada psique del profesor/asesino, con esa particular distorsión de su realidad (con alucinaciones incluidas), que sufre a raíz de la aparición del inspector que le persigue implacablemente y obsesionadamente el rastro, que inevitablemente hace que descienda a los infiernos, con todas las consecuencias que ello acarrea.
Me han gustado mucho también los guiños cinéfilos, literarios, y culturales que tiene, también su buen pulso narrativo, que hace que la trama no decaiga en ningún momento, haciéndola adictiva y enganchándote hasta el final; también no es muy complicada de leer y para nada se hace pesada, además de ser bastante corta (menos de 200 páginas); y también su tono jocoso, casi siempre de parte de la personalidad del inspector Vaguera, con su forma de ver el mundo y sus métodos "a la vieja usanza".
En definitiva, se trata de una novela que recomiendo si te gusta el género de "novela negra", que te hará pasar un muy buen rato, muy entretenida, divertida, y que te enganchará hasta su impactante final.
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http://literaturascomlibros.es/2012/06/02/ruido-de-tambores/
Sobre José Montero Muñoz (Alicante, 1973) huelga decir que debutó en el mundo literario en el 2005 con el cuento “Dualidad” en el libro colectivo Cosecha Negra (Agua Clara editorial). Y en el 2007 aporto algo de su oficio con el relato negro “Algo negro pasa en Alicante”, homenaje particular a William Shakespeare, al Taller de los cuentos oscuros (Editorial Club Universitario).
En el 2007 La Gansterera publicó su relato “Matadero”, y en el 2011, la revista Calibre 38, especializada en el género negro, publica dos de sus cuentos titulados “Último día” y “Judías con queso azul”. En este mismo año le concedieron el diploma y una publicación en el Premio Historias de Hospital organizado a través del portal Club Córdoba Jove con el cuento “La habitación” y fue finalista en el I Concurso Sueños de Opio organizado por Valentía Autores, con el cuento “La casa”.
En estos momentos está preparando el libro de relatos: “Los casos del inspector Vaguera”; también la segunda parte de Ruido de tambores que se titulará “Efecto lunar”; además que está terminando la novela “Segurata”, y ultimando su primera novela juvenil titulada “La Búsqueda”.
FRAGMENTO DEL LIBRO:
Salí de casa, cerré la puerta detrás de mi. Me sentía tranquilo porque Irene dormía plácidamente. "Tengo tiempo de sobra", pensé con malicia. Me excité ante lo que me esperaba; al fin podría relajarme. Encendí un cigarrillo, le di dos caladas profundas hasta llenarme los pulmones de humo, lo exhalé con jovialidad mientras bajaba las escaleras. Esto sí que era vida; y no lo que debía soportar para poder pagar las facturas, la hipoteca...
Cada día aguantaba menos a aquellos universitarios gilipollas que tenía en clase; más pendientes de su aspecto físico que de mis explicaciones.
Tres escalones más y estaría delante de la puerta.
Toqué al timbre. El sonido de la radio era amortiguado por la hoja blindada y por la estera del suelo que decía "Bienvenido". Sonreí mientras me acariciaba el bolsillo del pantalón... Insistí de nuevo, con más vehemencia; mi paciencia se iba desvaneciendo con cada ronroneo metálico. Finalmente, la puerta se abrió y por la rendija emergió ella.
-¿Sí?, ¿Que desea? -preguntó la muy mojigata, como si no supiera a lo que había venido. Ella lo sabía, lo pude leer en sus ojos, aunque aún no era muy consciente.
-Buenos días, señora Ruíz. Soy Carlos, su vecino del 45º B, y me preguntaba si podría dejarme un poco de azúcar...
La anciana, en un acto más de hipocresía, me pidió que entrase. Di dos pasos hacia ella mientras palpaba mecánicamente en el interior del bolsillo del vaquero, su textura me daba seguridad, me tranquilizaba. Esboce mentalmente un gesto de placer y la seguí. Cuando se giró, la miré a los ojos y le dediqué la misma sonrisa que Orson Welles a Loretta Young en El extranjero. Este gesto sería lo último que vería en su vida. La hora había llegado. Los tambores de guerra sonaban en mi cerebro anunciando el inicio de mis nuevas correrías. La víctima ya estaba marcada.
Fuentes:
http://literaturascomlibros.es/2012/06/02/ruido-de-tambores/
Fragmento extraído de la propia novela.