“Un exceso de velocidad es según todos los indicios la causa del choque entre dos vehículos que ha provocado siete muertos en el kilómetro 763 de la N-II, en Pont de Molins, cerca de Figueres. El accidente ha provocado una agria reacción por parte de la Generalidad en contra del Estado, porque según la administración autonómica la carretera debería haberse desdoblado hace veinte años. Así, el consejero de Territorio y Sostenibilidad, Josep Rull, no ha dudado en culpar al ministerio de Fomento del accidente“.
El victimismo y el chantaje tienen también sus límites, que el Sr. Rull ha sobrepasado considerablemente. Existen, por desgracia, numerosos puntos negros en las carreteras españols, y no solamente en la comunidad autónoma catalana; en función de los recursos, de la disponibilidad y de otros factores, las comunicaciones van mejorando de forma ostensible desde hace ya décadas. En el caso que nos ocupa, los conductores responsables del accidente, no solamente circulaban a una velocidad excesiva, sino que se trataba de personas con el carnet de conducir retirado por importantes sanciones previas. Desde este prisma tratar de culpar al Estado de la muerte de siete personas suena a indignidad, más allá de los intereses políticos, partidistas o del tipo que fueren.