Con ese olorcillo con el que ya creemos entrever el año nuevo, este vecino del mundo se ha levantado con ganas de tomar determinaciones que siempre aletarga de un año para otro.
Como está un poco harto de lo que gusta o no gusta oficialmente en una España políticamente correctísima hasta que el espejo del comportamiento oficial se resquebraja de parte a parte, este vecino ha tomado una importante decisión que puede que la granjee más de un enemigo: Ya no está dispuesto a callar, cada vez que salga de por medio, ese salvador de salvadores que es Pablo Alborán.Respeto todo tipo de opiniones y de ofertas culturales pero estoy hartísimo de ese aro por el que parece que hay que pasar sí o sí sobre Don Pablo Alborán, para que respeten tus gustos musicales. Puedo oír sin ponerme nervioso una o dos canciones, pero no tengo porque callar mi verdad, sin que me miren raro: No me gusta Pablo Alborán, ni esos mundos almibarados o no que pinta con sus notas.
Ni critico, ni alabo gustos ajenos, pero si a mí no me gusta Don Pablo, la gente no se debe de agrupar mirándome como un grupo de chinos al lado del Acueducto de Segovia. Porque si antes gustaba, por ejemplo, Álex Ubago, y ahora muchos hacen chistes por el muermo aparente de sus canciones, tampoco contemplo a Pablo Alborán como el rey de las fiestas.Me dirán, más de uno, que junto con una chica, luz tenue, y una copa de champán, música de Alborán sería el complemento perfecto para una velada inolvidable. Seamos serios, en momentos así, con tal de que no pongas “La Orquesta Mondragón”, o “La charanga del Tío Honorio” (los que tenían dieciocho o diecinueve años en 1975 me comprenderán), triunfas seguro.Por esa diferencia de sexos, aunque no sea políticamente correcto reconocerlo, pero que existe y existirá, las mujeres seguro que preferirán un yerno como Pablo Alborán, los hombres en cambio, lo vemos tan perfecto, que inevitablemente podemos sospechar que “eso” es solo fachada, y que al final… nuestra hija sufrirá con o por él.Eso sí, si les preguntas a ellas, te dirán que siempre quieren a su lado a alguien que les haga reír, y tampoco le veo a Alborán, Don Pablo, como el rey de la comedia.Cada uno debe tener el derecho, e incluso el deber, faltaría más, de que se le respete sus gustos, aunque no sean los que más se lleven en un momento dado. Cada uno debe de marcar el rumbo de su vida, y buscar en cada momento vientos favorables.*FOTO: DE LA RED