Fue un Mundial que, personalmente pienso, dejó grandes momentos y sobre todo un gran equipo que cambió la historia del fútbol para siempre. Pero empecemos por el principio: las novedades. A nivel de torneo, se volvió a recuperar el sistema de doble fase de liguilla: primero cuatro grupos formados por cuatro selecciones cada uno donde los dos primeros de cada uno pasaría a la siguiente manga, donde ocho equipos se divirían en dos grupos de cuatro. Los dos líderes pasarían a la final mientras que los dos segundos se disputarían el tercer y cuarto puesto.
Las selecciones que debutaron en una fase final fueron Australia, Haití, Zaire (que dejó uno de los momentos más hilarantes de la historia de los Mundiales) y de la Alemania Democrática.Estos últimos, además, tuvieron la oportunidad de jugar uno de esos partidos inolvidables por todo lo que lo rodeó a nivel sociopolítico ante sus vecinos de la Alemania Federal. Se permitieron 'el lujo' de vencerles.
En cuanto a la participación de España, pues esta fue la última fase final a la que dejó de asistir.
Pese a quedar segunda clasificada, fue el Mundial de Holanda. De la mano de Rinus Michels en el banquillo y de Johan Cruyff en el campo, rodeado de un elenco de peloteros universales, mostró al mundo entero una manera de jugar al fútbol que jamás se había visto, donde todos los jugadores del campo atacaban, defendían y eran capaces de ocupar cualquier puesto en el campo. Una auténtica locura ante la que sólo Alemania (Federal) supo frenar en la final poniendo a Votgs encima de Cruyff durante todo el partido e imponiéndose en el juego físico.
Porque Alemania también firmó un gran torneo. Beckenbauer, ya consolidado como primera figura mundial, fue tan determinante como Cruyff desde la posición de líbero, una especie de 'evolución' de ese tercer central que Italia había descubierto al mundo años atrás. Era capaza de defender pero desde la visión táctica en lugar de la superioridad física y además era el primer jugador en inciar la jugada y ocupar una posición clave en la construcción del juego.
Para cerrar el capítulo de recuerdos positivos, imposible no recordar a Polonia, que en Alemania consiguió su mejor posición en un Mundial (tercera) y con un juego veloz y vertical inició una época, sino la mejor, de las más gloriosas del fútbol polaco. Musal, Deyna, pero sobre todo Plato fueron los jugadores más destacados de aquel equipo.
Pero también fue un torneo con algunas decepciones. Italia, que acudía como subcampeona cuatro años antes, no pasó de la primera fase. Brasil, que quedó cuarta, no llegó a dar la misma imagen que en los Mundiales anteriores. Fue un equipo que, a pesar de contar con estrellas como Rivelino, Emerson Leao, Jairzinho, fue un equipo de transición entre el de los sesenta y los ochenta.Y en menor medida, Argentina, que acabó úlitma en su grupo de segunda fase, por detrás de la Alemania Democrática y sin firmar ningún partido digno de recordar.
Y en el capítulo de nombres propios, no soy capaz de poner a Cruyff por encima de Beckenbauer y viceversa. Dos jugadores superlativos a todos los niveles. Un escalón por debajo, el polaco Plato y algo más por debajo, el argentino Housman tiró del equipo albiceleste en la medida que pudo.