Revista Opinión

Ruperta: condenada a cadena perpetua y muerte por hambre

Publicado el 30 marzo 2017 por James Nightingale @atracoalpueblo
RUPERTA: CONDENADA A CADENA PERPETUA Y MUERTE POR HAMBRE
Ruperta: condenada a cadena perpetua y muerte por hambre
En la madrugada del domingo, como es mi costumbre, me disponía a escribir mi artículo para El Nacional. El tema que había escogido era la justicia transicional que en Venezuela vamos a necesitar cuando se restablezca la democracia pues ni la legislación ni los tribunales actuales podrán procesar el desastre de millones de personas padeciendo y muriendo por hambre, por medicamentos y falta de asistencia médica, por el horror de cientos, y hasta miles de pandillas criminales matando, secuestrando, asaltando a la gente; todo por la vorágine del ladronismo gubernamental que pareciera haber jurado no tomar descanso hasta robarse el último centavo de los dineros públicos, y tengo la propuesta de juzgar a esta pandilla como criminales de guerra e imponer condenas hasta de cadena perpetua para lo cual habrá que instrumentar su persecución hasta el último rincón del planeta donde se escondan, al estilo de lo hecho por Simón Wiesenthal “El cazador de nazis”; pero, cuando abrí mi computadora me tropecé con Ruperta, la elefante que muere de hambre en el zoológico de Caricuao, en Caracas, vi las fotos que en las redes publican las personas condolidas por semejante maldad, y he decidido cambiar el tema, luego retomaré lo de la justicia transicional.
II
La elefante Ruperta tiene 46 años y el promedio de vida para su raza es de 60, es decir, está en su tercera edad, y si sigue en su estado actual de hambruna y falta de cuido, las probabilidades de que muera antes de ese promedio están muy presentes. Informan que la trajeron muy jovencita desde África, su tierra natal, luego resulta obvio que la extrajeron de su hábitat natural, de su tierra natal, esto en una especie de deportación para cumplir la pena de cadena perpetua en una tierra extraña, alejada de sus padres, de sus congéneres, como lugar para el cumplimiento de aquella condena le fijaron la cárcel de Caricuao, que aunque le llamen zoológico solo es una cárcel. Ruperta fue creciendo en esa prisión en condiciones mas o menos aceptables, le daban comida, de vez en cuando la veía un veterinario que le prescribía medicamentos para librarla de enfermedades. Ya Ruperta sabía distinguir la llegada de los fines de semana porque el lugar se llenaba de gente que iba a verla, sobre todo niños que le hablaban, le sonreían y hasta le lanzaban cambures, pedazos de pan que ella tomaba con displicencia porque sus carceleros le daban raciones de verduras y otros de los alimentos propios para ella. Sobre todo los domingos Ruperta se contentaba porque la bullanguera muchachada de colegiales le rompía el aburrimiento de la solitaria semana, pero… llegó la revolución.
III
Ruperta ha perdido la mitad de su peso, se le ven las costillas, la piel le forra los huesos, ya no hay carnes entre una cosa y la otra, macilenta y triste se mueve entre el alambrado que rodea su reclusorio, ya no hay gente feliz tomándole fotos ni dándole nada, los niños alegres desaparecieron del lugar, nadie le lanza algo que pueda comer, lentamente muere de hambre y sin poder gritarlo, sin poder salir a rebuscar las bolsas de basura de los restaurantes pues esas están reservadas para los humanos que también sufren similar condena a la suya, pero que por lo menos pueden hacer eso y tragar un poco de las sobras que algunos dejan después de sus comilonas.
En resumen, Ruperta, inocente de todo delito, fue privada de su libertad al nomás nacer, castigada con separación de sus padres y de su hábitat natural, condenada a ser expatriada y encarcelada de por vida, pero a tan terrible condena ahora le han sumado la muerte por inanición, muerte lenta y dolorosa, suplicio fuera de toda consideración misericordiosa de la que se supone deberíamos estar dotados los hombres. No se si exista el cielo para los animales, ojalá que sí para que Ruperta allá pueda tener lo que en la tierra le han negado, le han arrebatado, y si no hay cielo animal, ella pudiera ser la fundadora pues suplicio y castigo injusto desde el nacer tiene, junto con inocencia que le sobra.
IV
En Venezuela hay leyes para la atención a los animales, específicamente una titulada “Ley para la protección animal” en vigencia desde el año 2010 también los zoológicos tienen obligaciones ante el cuido de los animales bajo su responsabilidad y para lo cual hay presupuestos asignados, con partidas para la comida y atención médica y de salubridad para las distintas especies a su cargo, por ello es injustificable y criminal que esos animales estén muriendo de hambre, de enfermedades como está ocurriendo no solo en Caracas donde se ven abandonados, con llagas llenas de gusanos que les comen la carne viva, otros, huesudos como la Danta del mismo zoo de Ruperta que un día quedó muerta, tendida definitivamente. Estas criaturas pasan hasta 15 días sin comer; en el zoológico de Parque Bararida en Barquisimeto y en el de Valencia es lo mismo, en Mérida, en todas partes, pareciera que los custodios de esos lugares son los mismos del SEBÍN del Helicoide donde tienen a decenas de presos políticos torturados, sin agua y sin pan. En este caso de los animales la responsabilidad es del pomposamente denominado “Ministerio del poder popular para ecosocialismo y aguas” y su “Instituto nacional de parques” que tienen presupuestos asignados que obviamente no está siendo debidamente aplicado a la finalidad específica como ocurre en todas las dependencias gubernamentales. ¿Será que algunos “revolucionarios”, siguiendo la costumbre, engordan, tienen aviones y se dan la gran vida con el dinero para la comida de Ruperta?
Carlos Ramirez López  DR LEY   @carlosramirezl3
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