Revista Educación

Ruptura con el eterno femenino

Por Esther
   La opresión y la subordinación que desde diferentes campos ha sido sometida la mujer han levantado voces de rebeldía y la negativa de parte del colectivo femenino a seguir siendo un objeto deseado exento de sentimientos y pasiones. Son mujeres de carne y hueso, que nada tienen que ver con los mitos y estereotipos de esas mujeres fatales o exóticas vampiresas.

Ruptura con el eterno femenino

"Untitled" (Cindy Sherman)

   Por lo que respecta al ámbito pictórico, las dificultades con que se ha enfrentado la mujer que quiere ser sujeto del arte expresan una dialéctica entre el impulso de crear y el de permanecer en el papel que le ha sido atribuido. Es complicado el papel de la mujer artista a la hora de representarse cuando desde siempre ha sido ella misma la representada. En el campo de la fotografía y realizando una crítica de la representación destacan artistas como Bárbara Kruger, Jenny Holzer, Sherrie Levine y Cindy Sherman.

Ruptura con el eterno femenino

"Untitled" (Cindy Sherman)

    Por ejemplo, las fotografías de Cindy Sherman suponen una crítica al papel asignado tradicionalmente al sector femenino. Esta fotógrafa nos habla de las posiciones de libertad de la mujer en el siglo XX, una mujer renovada cuya imagen cambia mediante el disfraz. “Titulando cada una de las fotografías "Untitled", Sherman despersonaliza las imágenes; no es Sherman quien está en ellas, ella es el modelo y el director y la imagen es su concepto. Su apropiación del espacio en ambos lados de la lente desestabilizó la tradicional oposición entre el artista y el modelo, el objeto y el sujeto”. 

"La lluvia dorada" (Elke)

Otras artistas también rompen con el concepto clásico de la mujer. La deconstrucción de los códigos sexistas habituales se aprecia, por ejemplo, en el trabajo de Elke Krystufek, quien realiza una reivindicación de la sexualidad femenina frente a la represión a la que la mujer ha sido sometida en el ámbito sexual.

"Jenniffer Mille" (Zoe Leonard)

     La identidad femenina se deconstruye con trabajos artísticos de carácter ambiguo, en los que la mujer adquiere rasgos propiamente masculinos por medio del vello corporal y la barba. Entre las diferentes fotografías que destruyen ese ideal de belleza asociado a lo femenino destaca Jenniffer Mille (1995), obra de la artista neoyorkina Zoe Leonard. Se trata de una crítica y de una revisión de los conceptos de masculinidad y feminidad, así como el de la identidad; una mujer que puede ser hombre, un hombre dentro del cuerpo de una mujer.

Ruptura con el eterno femenino

Orlan

   Un ejemplo extremo lo representa la artista Orlan, quien en busca de nuevas identidades ha pasado por diversas operaciones quirúrgicas con el fin de insertarse en el rostro los rasgos emblemáticos de la belleza clásica. Ya en la mitología griega, un ejemplo de mujer ideal era la Venus, que según la leyenda el artista Zeuxis creó combinando los rasgos de las mujeres más bellas de Crotón. Esa forma de representar la figura femenina mediante el ensamblaje de los miembros anatómicos más hermosos ha sido una constante en la historia del arte, llevada a cabo hoy día por medio de la mutilación y fragmentación corporal. Orlan utiliza como material su propio cuerpo para demostrar que ese canon de belleza, al aplicarse a la mujer, produce en realidad un monstruo. Su propio autorretrato, lejos de representar la belleza ideal, presenta una imagen que impide su placer estético.

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