Revista Cine
Rush Hour (México, 2017), tercer largometraje documental de Luciana Kaplan (La revolución de los alcatraces, 2013) ha llegado a las salas comerciales prácticamente un año después de haber ganado el premio a Mejor Documental en Morelia 2017. Kaplan ha centrado este filme en tres vidas -la de una mujer que vive en Ecatepec, la de otra mujer que vive en Estambul y la de un joven ingeniero que vive en Los Ángeles- limitadas por las horas que tienen que pasar en el transporte, de su casa al trabajo y del trabajo a su casa -si es que pueden regresar a ella.En algún momento, el ingeniero -que alguna vez soñó con ser músico- hace unas cuentas escalofriantes: pasa 5 horas diarias en promedio de su casa al trabajo y de regreso, lo que significa que vive 25 horas semanalmente en su auto, solo transportándose. En otras palabras, cada semana pierde un día de su vida. La mujer mexicana tiene otro problema, además del tiempo perdido: vive en una de las zonas más peligrosas del país, Ecatepec, en donde la tasa de feminicidios es superior en 48% al resto de México (de hecho, ella fue asaltada, golpeada y violada hace un par de años). Por su parte, la turca vive preocupada por sus hijos, que se crían solos mientras ella tiene que trabajar en alguna tienda departamental en la zona europea de Estambul.No hay nada que no sepamos o no nos podamos imaginar de lo que significa vivir en una gran metrópolis como la Ciudad de México, Los Ángeles o Estambul, pero la realización de Kaplan es muy fluida y no faltan algunos momentos particularmente iluminadores, como cierta conversación entre la protagonista mexicana, Elena Martínez, y una de sus clientas en el salón de belleza en donde trabaja. La mujer en cuestión ni siquiera es capaz de pronunciar bien Ecatepec, ya no se diga imaginarse cómo vive Elena, la mujer que la está atendiendo.
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