Marruecos le da a Irán el gol que no tiene
Jugadores de Iran celebrando la victoria ante Marruecos
Una Copa del Mundo tiene selecciones excelentes, otras notables, algunas peleonas y otras que solo ven buenas los expertos en fútbol internacional. Y Marruecos e Irán, más la segunda se acercan y mucho a ese amplio espectro de combinados que aparecen cada cuatro años por este tipo de torneos por aquello de los cupos.Tienen derecho a participar, pero viendo el partido uno se alegra que sean los rivales de España en eso de participar en los octavos de final. No podía ser de otra manera y el partido se decidió con un gol en propia puerta de Bouhaddouz en el minuto 92. Tal cual.
Igual los nervios del estreno o aquello de sentirse observados por todo el mundo futbolístico, pero lo cierto es que los jugadores se vieron superados por todo lo que rodea un Mundial o al menos esa es la imagen que transmitieron. El triunfo iraní llegó como consecuencia de un despeje nada afortunado de Bouhaddouz, único mérito ofensivo de los de Queiroz.
Marruecos inició el partido como queriendo demostrar su supuesta superioridad, algunos de sus hombres juegan en el Real Madrid o Juventus entre otros equipos, encerrando a una inocente Irán, que decidió colocar dos líneas por delante del buen Bieravand a la espera de un balón largo con el que sorprender. Algo complicado, tal y como demostraron en sendas galopadas de Azmoun y Ansarifard, sus mejores hombres, pero a los que se les caía el telón en cuanto se acercaban a la portería africana.
Amrrabat jugando de lateral derecho y Achraf en la izquierda ponían algo de verticalidad a los ataques de Marruecos, pero según pasaban los minutos, ese empuje y ese querer comerse a los de Queiroz, se fue diluyendo como si nada. Y no porque Irán mejorara, si no por fata de calidad de los encargados de poner sentido al juego de Marruecos.
Si mala fue la primera parte, peor la segunda. Repleta de interrupciones y con apenas un par de ocasiones que Bieravand se encargó de solucionar para la selección asiática. Y es que tras el descanso lo poco destacable fueron las constantes interrupciones por la vehemencia con la que se emplearon unos y otros y porque según se acercaba el final del partido, lo único que buscaban era perder tiempo en busca de ese empate final.