Continuamos en Academia Cruellas con Rusia. Después de ver el surgimiento de dicha nación, la cuestión del Cáucaso es históricamente importante para los rusos. Después de 1825, el nuevo zar Nicolás I, un militarista a ultranza, quiso asegurar sus fronteras y mantener a sus súbditos a raya. En pleno auge del nacionalismo liberal en 1848 en Europa, la represión de las libertades individuales y la libertad de prensa en Rusia engendró reacciones de signo liberal como socialista en el país. El auge de las nacionalidades no rusas empezó a ejercer un impacto más profundo no sólo en la política exterior del imperio ruso, sino también en los aspectos internos bajo la monarquía zarista.
El ejército del zar combatió a los ahéchenos en 1819 con el fin de mantener a raya a los pueblos de montaña musulmanes e impedir una amenaza a los rusos en su misma frontera. En 1831, los cristianos del Cáucaso en Georgia presentaron problemas y posteriormente, en 1864, los nacionalistas georgianos fueron aplastados por el ejército zarista. Todos estos episodios nos sugieren que el poder de Rusia era lo suficientemente poderoso para someter bajo su control a sus súbditos y naciones dentro de sus fronteras contra su voluntad.
La época de los zares constituyó una era importante en la evolución del Estado ruso. Durante 300 años, la dinastía Romanov asumió de la realeza el concepto de derecho divino de los reyes que utilizó a la par que con el factor de la iglesia autóctona, la iglesia ortodoxa rusa, de forma que ambas realidades conformaron una nación tradicional, conservadora y de un cierto grado de desarrollo. Ahora bien, es importante anotar que la potencia y fuerza rusa se vieron impulsadas por grandes dirigentes como Pedro el Grande (1682-1725) y Catalina la Grande (1726-96). Pedro I fue un visionario versado en política, economía y cultura. Fue el gran modernizado de Rusia para hacer progresar un país atrasado. El posterior debate “occidentalistas versus eslavófilos” obedeció a la voluntad de adoptar normas y hábitos, instituciones y cultura europea bajo el período de Pedro I, que los zares posteriores mantuvieron. Sin embargo, el retraso del desarrollo económico y la pobreza de las masas en el seno del territorio ruso, además de las áreas no rusas de las grandes estepas y más allá de los Urales en la Rusia “asiática” eran factores que se tenían que conciliar con el objetivo de Pedro I de edificar Rusia como gran potencia.
La revuelta que Rusia experimentó en 1917 durante la revolución bolchevique conectó con varios antecedentes desestabilizadores. El malestar y descontento de socialistas y anarquistas en Rusia a finales del siglo XIX y el auge del liberalismo y el nacionalismo en Europa llevaron a muchos a cuestionar la monarquía conservadora y el status quo. El 22 de enero de 1905, los dragones de Nicolás II realizaron una carga de caballería contra una gran protesta de las masas contra el Gobierno. Los manifestantes, unos 80.000, marchaban para entregar sus quejas al zar. Se calcula que murieron entre 1.000 y 4.000 personas en lo que se conoció como el “domingo sangriento”. Después de que Nicolas II calmara a las masas y creara una legislatura consultiva, la Duma, los socialistas y otros grupos radicales en Rusia continuaron trabajando para suprimir a la monarquía y generar un cambio político a gran escala. Su oportunidad llegó cuando Rusia declaró la guerra a Alemania en 1914 y empezó la Primera Guerra Mundial. Después de luchar durante más de dos años, estalló la revolución rusa y en marzo de 1917, Nicolás II abdicó y el poder fue transferido a una asamblea constituyente democrática que compartía el poder con el sóviet de Petrogrado. En noviembre, los bolcheviques tomaron el palacio de invierno del zar en Petrogrado: se hallaba en marcha la revolución. Después de unas elecciones para una Duma democrática nuevamente reconstituida en diciembre de 1917, los bolcheviques bajo Lenin, recibieron sólo el 25 por ciento de los votos y al mes siguiente los bolcheviques clausuraron por la fuerza el Parlamento cuando intentó reunirse.
El poder revolucionario de los bolcheviques se vio desafiado en numerosos frentes inmediatamente después de apoderarse del Gobierno. Siguió una guerra civil de 1918 a 1920, y una vez los bolcheviques se instalaron en el poder pudieron dedicarse al proceso de apuntalar internamente el control de la recién proclamada Unión soviética. Antes de su caída en 1991, esta Unión comprendía más de 260 millones de habitantes y 15 repúblicas. Se extendía a lo largo de 11 husos horarios diferentes y contaba con la frontera norteña más larga de cualquier país del mundo. El Cáucaso ha sido importante militar y geopolíticamente para los rusos en su historia reciente en calidad de imperio en el siglo XIX, estado soviético en el siglo XX y república federada en el siglo XXI.