Ilustración para Brontosaurio (1930) de T. Lebedeva
La Revolución Rusa (1917) fue sucedida por la fundación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (1922) que, tras la Segunda Guerra Mundial, emerge como segunda potencial mundial, enfrentada al bloque occidental en una escalada armamentística conocida como “Guerra Fría”. Esta confrontación y aislamiento cultural de los bloques puede distorsionar nuestra impresión, y hacernos creer que no existe otro mundo más allá de la ficción con dinosaurios de las revistas pulp norteamericanas, pero lo cierto es que las publicaciones soviéticas no se quedaron atrás. Paralizada tras la Revolución, la revista La vuelta al mundo (1861) –aún publicada- renace en 1927, y junto a sus artículos divulgativos publica relatos de ciencia-ficción, entre ellos, unos cuantos con dinosaurios, como Una experiencia interesante (1927, L.D.), El valle de las “manos” de las avestruces (1928, S.Gorbatov) o Eliterium (1928, Vadim Pozdnyakov), en torno a un aspirante a paleontólogo que regresa de África enfermo con un hallazgo único... Nikolai Ogniov (1888-1938) es autor del cuento “Huellas de dinosaurio” (1927, en Cambio), en el que narra una expedición paleontológica galo-rusa a Mongolia.
El entomólogo Nikolai Plavilshchikov (1892-1962) escribió Brontosaurio (1930), una obra única en la que todo el protagonismo corresponde por primera vez a un dinosaurio. Ilustrada por T. Lebedeva, en esta novela el autor reconstruye la vida de un saurópodo del período Jurásico desde su nacimiento hasta su muerte, según el estado de la ciencia. Puedes leerla aquí (en ruso).
Naves espaciales de Yefremov
El paleontólogo [1] que definió la tafonomía [2], Ivan Yefremov (1908-1972), es autor de los relatos La sombra del pasado (1945) o Naves estelares (1948). En La sombra del pasado, que fue adaptada a televisión e inspiró a Yuri Denisiuk, el inventor de la holografía, una expedición paleontológica a un desierto de Kazajstán encuentra una superficie de resina que contiene la imagen de un tiranosaurio impresionada de modo natural. Naves estelares parte del hallazgo de un cráneo de dinosaurio con un agujero de bala... que sólo pudo tener origen extraterrestre, aprovechando que hace 70 millones de años el Sistema Solar se acercó bastante a otros sistemas estelares de la galaxia. La novela de Yefremov La nebulosa de Andrómeda (1957), que inaugura el “ciclo cósmico” del autor, narra un futuro utópico en el que el progreso ha transformado la Tierra gracias al trabajo en común de la humanidad. Fue adaptada al cine (1967, Yevgeni Sherstobitov), tras la versión en cómic que en 1959 realizaron los búlgaros Mijail Lykatnik/Ivan Gongalov y S. Iskerenova: En la página que mostramos a continuación vemos la reconstrucción de un dinosaurio a partir de un fósil.
Persiguiendo ictiosaurios
Igor Zabelin (1927-86) debutó con el cuento Persiguiendo ictiosaurios (1957), narrado por un científico que busca ictiosaurios vivos en las profundidades marinas.
Cazadores de dinosaurios, antología que recoge el relato homónimo de Shalimov
El geólogo Alexander Shalimov (1917-1991) se declaraba discípulo de Yefremov y es autor de Cazadores de dinosaurios (1962), sobre una expedición que descubre lagartos ancestrales en un pantano africano y atrapa una cría de dinosaurio. Otro geólogo, Anatoli Malajov (1907-1983), escribió unos cuantos relatos de temática paleontológica, como el cuento Espejismos de Turgai (1962), sobre un estudiante de paleontología que de niño encontró un cuaderno que daba cuenta de la existencia de un dinosaurio en los Urales y decide ir en su busca.
Cartel en castellano de Planeta Bur
Ufólogo y estudioso de los paleocontactos [3], Alexander Kazantsev (1906-2002) escribió Nietos de Marte (1959), trasladado a la gran pantalla en 1962 por Pavel Klushantsev como Planeta Bur. Protagonizada por unos cosmonautas soviéticos que encuentran dinosaurios en Venus, llamó la atención del productor norteamericano Roger Corman, que la adaptó a televisión con algunas escenas nuevas como Viaje al planeta prehistórico (1965) y produjo el remake con mayor presencia femenina Viaje al planeta de las mujeres prehistóricas (1968, Peter Bogdanovich).
El químico Mijail Yemtsev (1930-2003) y el erudito Yeremei Parnov [4] (1935-2009) son coautores del relato Kongamato (1964), en el que el gobierno sudanés invita a un geólogo soviético a ayudarles para hacer perforaciones en busca de pozos petrolíferos y se encuentra con un animal similar a un pterosaurio, protagonista de una leyenda criptozoológica africana algo menos conocida que la del Mokèlé-Mbèmbé. En “Cómo el dinosaurio se enterró lejos de la civilización” (1967), Felix Krivin [5] (1928-2016) dialoga con un dinosaurio y averigua las verdaderas causas de la extinción. Krivin es también autor de “Cartas de la ballena Seva al dinosaurio Arkadi, del mar a la tierra” (1995).
Garra de dinosaurio
Vitaly Korzhikov (1931-2007) escribió la serie infantil Los viajes de Solnyshkin, a la que pertenecen los relatos "Garra de dinosaurio" (1979), ilustrado por G. Valk (1918-98), o "Solnyshkin y el dinosaurio" (2000). Anatoli Petrov (1937-2010) dirigió Solnyshkin navegante (1980) para la principal productora de animación soviética, los Soiuzmultfilm Studios (1936), aunque no encontrarás dinosaurios. Petrov es el creador junto a su mujer, Galina Barinova, de la serie Veselaya Karusel (1969), donde comenzaron grandes animadores como Garry Bardim o Eduard Nazarov, y cuyo 27º episodio se titula "La caza del pequeño dinosaurio" (1995).
El autor más interesante de la última etapa de la URSS es el periodista ruso Vladislav Xionzhek (1956), que escribió la breve metáfora de la Guerra Fría “Diario encontrado en el cementerio de dinosaurios” (1981), que puedes leer aquí, donde da cuenta de la enemistad de los dinosaurios con los ictiosaurios, que evolucionará hasta convertirse en un conflicto armado... También es autor del relato “Yo, dinosaurio” (1987) en el que un crononauta es enviado el Mesozoico, donde ocupa el cuerpo de un dinosaurio. Puedes leerlo aquí.
Petia Ryzhik se despide de su amigo dinosaurio (Las gafas de sol son inevitables para los que se han adaptado a vivir bajo tierra)
En cuanto al cómic, la emigración de artistas tras la Revolución (en particular a los Balcanes, donde impulsaron el cómic yugoslavo, como veremos en un próximo post) y ciertos prejuicios soviéticos, al considerarlo un producto decadente occidental, complicaron su desarrollo. Hasta que en los años 50, como vimos en la entrada anterior de esta serie, artistas de otros países demostraron su capacidad para acercar al pueblo novelas tan rusas como Plutonia o, como hemos visto arriba, La nebulosa de Andrómeda. En 1956 el dibujante Ivan Semionov (1906-82) impulsó la revista infantil Ilustraciones divertidas y crea para la misma junto al guionista Yuri Postnikov (1927-83) al joven Petia Ryzhik, que en una de sus aventuras –que puedes leer aquí- viaja hasta el centro de la Tierra, de donde regresa con un dinosaurio para el Zoo. En 1964, Postnikov/Semionov comenzaron a publicar en Ilustraciones divertidas las aventuras de Lápiz y Tornillo, una suerte de hombrecillo-robot ensamblado con piezas (un tornillo como nariz, llaves inglesas a modo de brazos) que había debutado en 1956 en los dibujos animados del georgiano Vajtang Bajtadze (1914-1993), según el guión de Nina Benashvili. En 2013, Valentin, el hijo de Yuri Postnikov, llevó a los personajes a la “isla de los dinosaurios” en un libro ilustrado.
Lápiz y Tornillo en la isla de los dinosaurios
Rasa Strautmane dirigió para Soiuzmultfilm La montaña de los dinosaurios (1967), un corto con guión de Arkadi Snesarev que –según la interpretación general- utiliza la extinción del Cretáceo-Paleógeno como metáfora política subversiva, criticando cómo los regímenes autoritarios asfixian al individuo. Además, la ucraniana Kievnauchfilm produjo el corto Vasia y los dinosaurios (1971, Valentina Kostileva) y la bielorrusa Belarusfilm El pequeño dinosaurio (1982, Tatiana Zhitkovskaya).
Gora Dinozavrov (La montaña de los dinosaurios)
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[1] Aparte de sus obras sobre los laberintodontes del Permo-Triásico, destaca en su producción la obra Camino de los vientos (1955), en la que describe las tres expediciones paleontológicas que dirigió en 1946-49 al Gobi.[2] Parte de la paleontología que estudia los procesos de fosilización y la formación de los yacimientos de fósiles.[3] Contactos con extraterrestres que estarían en el origen de algunas civilizaciones.[4] Llegó a ser copresidente del Consejo de Literatura de Aventura y Ciencia Ficción de la Unión de Escritores de la URSS, así como presidente y vicepresidente de las Asociaciones de ciencia ficción europeas y mundiales.[5] Si bien era ucraniano (al final de su vida vivió en Israel), como Yemtsev o Parnov, les hemos incluido en esta entrada por estar dedicada a la URSS. No encontrarás obras de autores ucranianos (tal vez en un futuro post) en otras entradas de esta serie, centrada en Rusia.