Apacible y encantador pueblecito medieval, Aguilar de Campoo, (centro de la comarca de Tierra de Campos) aparece de recia traza románica, como lo demuestra su colegiata de Santa María la Real que encabeza su Plaza Mayor, en torno a la cual se despliegan tiendas y cafés al abrigo de sus amplios soportales, que rematancoquetas galerías acristaladas que se miran entre sí y miden el silencio en el tañido amortiguado de las humildes, discretas y dulces campanas de la iglesia en la tarde infinita.
Detenida en el tiempo se encuentra Palencia, demorada en un sueño bucólico. Su escueta Plaza Mayor de aire rural deja paso a avenidas de una recogida burguesía. Plata y piedra esla luz de Palencia que preside el gigantesco y enigmático pantocrátor del Cristo del Otero de Victorio Macho
La magnífica figura del Cristo del Oterohierático bendice indulgente la extensión infinita de la llanura palentina,una obra cuyo sentido esotérico relacionado con los cerros de la ciudad y la catedral desvela Alfredo Trigueros Andrés en su libro La otra Palencia, Imprenta Zamart, Palencia, 2016 ). una realidad de piedra y luz que supo retratar en sus lienzos Juan Manuel Díaz-Caneja.
Victorio Macho y Juan Manuel Díaz-Caneja tienen en común, además de ser palentinos, el haber estado relacionado con la Institución Libre de Enseñanza, que tenía una mentalidad krausista de regeneración que alimentará a la generación del 98, grupo que justamente encarna en Castilla la esencia española. No en balde Macho y Díaz-Caneja empatizan con estos valores para expresar artísticamente el latido de su tierra.
Ciudad de leyenda viva, Palencia vio pasar la estela del Cid, sin embargo ha pasado de su realidad épica a la lírica en las andanzas de Alfanhuí, haciendo discurrir el tiempo en pacíficas aguas como las calmosas, reposadas aguas del río Carrión que cruza la ciudad, atravesada por el puente de hierro que le da un punto cosmopolita a esta ciudad milenaria llena de misterio y silencio.