En esta ocasión, y en el segundo proyecto internacional de 2022, han viajado dos ópticas-optometristas, Mabel Mena y Adela Bernabeu, que han llevado a cabo una gran labor de ayuda a la salud visual de la población local, contando para ello con la inestimable colaboración de otras dos ONGs que llevan años trabajando en la zona: Fundación Gomaespuma y la Asociación local Urok Juwatt Generation 72.
La Fundación Cione Ruta de la Luz acaba de regresar de su segunda expedición internacional del año 2022. En esta ocasión, dos ópticas-optometristas, Mabel Mena y Adela Bernabeu, viajaron al sur de Senegal, donde han revisado la vista de 654 personas, entre población adulta e infantil, entregando, in situ, 200 gafas premontadas para presbicia y 200 gafas de sol para prevención de la radiación UV. Además, las voluntarias se trajeron las recetas ópticas de otros 41 casos de defectos visuales. Esas recetas ya se han convertido en gafas nuevas en los talleres solidarios de la Fundación Cione Ruta de la Luz, e incluso enviadas de vuelta a sus beneficiarios, en tiempo récord, puesto que la expedición regresó a primeros de julio.
Esta nueva misión óptica en África es fruto de la colaboración entre la Ruta de la Luz, la Fundación Gomaespuma, que se dedica, concretamente en localidad de Diembering a la escolarización de niños y a trabajar con ellos en su educación, y la Asociación local Urok Juwatt Generation 72, que se ha encargado de dar soporte logístico a la campaña de revisiones que se prolongó a lo largo de una intensa semana de trabajo. «Sin ellos, no hubiera sido posible, puesto que ellos son los conocedores del terreno, además de aportar los traductores de las diferentes lenguas que hablaban los beneficiarios», explica Mabel Mena, para quien ésta ha sido su cuarta expedición con la Ruta de la Luz. Su experiencia como cooperante también ha resultado clave para lograr el éxito organizativo.
La misión óptica ha sido la primera que con la salud visual como fin último se llevaba a cabo en esta comarca de Senegal. Las dos voluntarias destacan el esfuerzo logístico que ha supuesto la convocatoria de los beneficiarios. «Nos hemos sentido siempre arropadas por el personal local», aseguran. En todo momento, la organización ha priorizado la atención de los grupos de personas más desfavorecidos, de los niños y de personas con patologías previas o algún tipo de discapacidad.
En esa semana intensa, las voluntarias llevaron a cabo las revisiones visuales, fundamentalmente en Diembering, y siempre organizándose en dos puestos de trabajo, con el citado apoyo local para facilitar la logística y evitar las esperas, en la medida de lo posible. Se trata de una población rural, en la que la mayoría de sus habitantes vive de la agricultura y la pesca y del turismo. Allí pasaron consulta en las instalaciones de la nueva maternidad, que fueron inauguradas a la llegada de la expedición.
Mabel y Adela se trasladaron una jornada completa a la Isla de Kachouane, situada en la desembocadura del río Cassamance, en un área geográfica aislada e inaccesible. La mayoría de sus habitantes se dedican a la agricultura y a la pesca, y precisamente por ello, tienen muy pocas oportunidades -o ninguna- de revisar su vista.
Por último, en la pequeña localidad de Kabrousse, otro pequeño pueblo rural cerca de Cap Skirring, las ópticas de la Ruta de la Luz trabajaron en las instalaciones del Poste de Sante, en el área de Oftalmología. Se trata de una pequeña consulta equipada precariamente donde un especialista atiende patologías visuales y defectos refractivos de diversa índole, gracias al apoyo de ONGs locales e internacionales. «Volvemos muy orgullosas con el trabajo realizado, aunque siempre pensando que podíamos haber hecho algo más», señala Mabel.
Los datos
En la población infantil y juvenil, Mabel y Adela no han detectado defectos visuales diferentes a la casuística que se da en España. Sin embargo, sí descubrieron problemas de sequedad ocular, irritación y conjuntivitis, debidas a la falta de higiene y al medio ambiente, «al polvo en suspensión», dice Mabel.
En la población adulta, las especialistas detectaron un envejecimiento temprano del sistema visual, apareciendo la presbicia, a partir de los 35 años. «Como la mayoría de la población se gana la vida con trabajos que exigen un esfuerzo visual de cerca, de ahí la importancia de las revisiones», afirma Adela. Las ópticas-optometristas encontraron las patologías esperadas por la situación geográfica de Senegal: pterigiums, o crecimiento anormal de la conjuntiva sobre la córnea; cataratas, u opacidad del cristalino, «que aparecen mucho antes que en nuestro país, a partir de los 35 años», sigue Adela; y numerosos traumatismos sin tratar.
En este sentido, ambas voluntarias destacan la necesidad de poner en marcha en la zona un proyecto de cirugía de cataratas con otras ONGs conocidas, como la Fundación Barraquer, con la que Ruta de la Luz ya ha trabajado en numerosas ocasiones. «Hay que darle continuidad al proyecto, tanto en cuanto a nuevas revisiones, puesto que las gafas pueden ayudarles muchísimo a ganarse la vida, como en cuanto a operaciones de cataratas. Con ellas, muchas personas, muy jóvenes aún, podrían volver a ver. Hemos llegado hasta donde hemos podido, pero las operaciones cambiarían muchas vidas», termina Mabel.
El momento especial de la expedición sucedía en Diembering cuando un joven se lesionaba con el impacto de un trozo de metal en el ojo, trabajando, justo el mismo día que las ópticas pasaban consulta allí. Equipadas con lentillas terapéuticas, pinzas y anestésico, Mabel y Adela, lograron el milagro de sacar ese trozo de metal, sin que el chaval perdiera la visión del ojo y sin ninguna secuela. «Su cara de agradecimiento, no se puede explicar, ni tampoco las de las personas que intuyen cómo van a ver con sus gafas nuevas cuando les ponemos las de prueba», termina Adela.
Fuente Comunicae
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