Revista Sociedad

Ruta de la Luz y Beltone volvieron a Dakhla para mejorar la salud visual y auditiva de la población

Publicado el 02 diciembre 2019 por Comunicae @comunicae

La Fundación Cione Ruta de la Luz y Beltone España han culminado recientemente la sexta expedición de cooperación internacional a Dakhla (Sahara Occidental) -la quinta multidisciplinar de óptica y audiología-.

Conocida también como Villa Cisneros, esta ciudad controlada por Marruecos está considerada la capital de la región de Dajla-Río de Oro. Con una población aproximada de unas 106.000 personas, sus habitantes no presentan muchos casos de pobreza extrema. La mayoría tiene las necesidades básicas cubiertas, aunque las revisiones ópticas y la corrección visual no son tan asequibles para muchos de ellos. Peor lo tienen los que quieren acceder a exámenes auditivos. El gabinete audiológico más cercano se encuentra a 400 kilómetros en las ciudades de Casablanca o Marrakech.

Al igual que en anteriores expediciones, las revisiones ópticas y audiológicas se realizaron en las instalaciones de la Asociación de Discapacitados de Dakhla. En 2019, los tres voluntarios que se desplazaron hasta la ciudad fueron la óptico-optometrista, Leire Martínez, y la óptico optometrista y audioprotesista, Carmen Mª Nicolás, como representantes de la Ruta de la Luz, y la audioprotesista, Miriam Martín Gallego, cooperante de GN España.

En una semana de trabajo realizaron un total de 413 exámenes oculares, prescribiendo 266 gafas, incluidas las premontadas, y llevaron a cabo labores de mantenimiento de los audífonos entregados en expediciones anteriores, limpiando y sustituyendo componentes de las adaptaciones de años anteriores o ajustando la ayuda auditiva a la pérdida auditiva actual de los pacientes. Durante los días de campaña, emprendieron además acciones de sensibilización, concienciando a la gente sobre la importancia de una buena limpieza ocular, proporcionando suero fisiológico, impartiendo instrucciones precisas para su aplicación, y hablando de los beneficios de las gafas de sol para protegerse del viento y la arena del desierto.

Para Leire Martínez esta fue su primera expedición a Dakhla, aunque hace dos años ya había viajado como voluntaria en Tanzania. “Es el segundo proyecto en el que participo y para mí ha sido increíble. Poder ayudar a gente necesitada es algo indescriptible”. El viaje, además, le ha servido de continuo aprendizaje, “ya que a veces tenemos que resolver casos que difícilmente encontramos en España y con pocos medios, lo que, profesionalmente, te obliga a agudizar el ingenio”, convirtiéndose, además, en una experiencia enriquecedora. “Salir de la zona de confort y trabajar en un contexto diferente hace que vuelvas amando aún más tu profesión”, afirma. Desde el punto de vista personal, se lleva a dos amigas, sus compañeras de expedición, Miriam y Carmen, y vuelve impactada a nivel humano con el agradecimiento de la gente y algunos de los casos que tuvo ocasión de asistir. “Es reconfortante comprobar cómo tu trabajo les puede cambiar la vida. Los adultos, con una gafa premontada, pueden llevar a cabo tareas cotidianas con soltura, e incluirlas en su día a día, mientras que los niños en proceso de aprendizaje pueden aprovechar mejor sus clases, sin necesidad de hacer esfuerzos adicionales para ver la pizarra”. Leire no olvida el caso de una niña de cuatro años. “Su madre explicó que cuando se le caía algo pegaba mucho la cara al suelo para encontrarlo. En realidad tenía una miopía magna, de 5D en ambos ojos, sin corregir. Cuando empezó a ver fue precioso porque comenzó a hablar con su vocecita emocionada. Me llegó al corazón”.

Carmen Mª Nicolás llevaba mucho tiempo queriendo hacer algún tipo de proyecto de cooperación. Para ella, la experiencia “ha sido muy gratificante, algunas veces se me saltaba alguna lagrima de emoción”. Respecto a su trabajo como profesional, se ha sentido muy valorada por el personal del centro de discapacitados de Dakhla. Lo que más le impresionó “fueron los niños con miopías medio-altas y que los padres ni siquiera son conscientes del problema. Evidentemente, tienen otras preocupaciones. Realmente me he dado cuenta de la necesidad de muchas personas”.

Por último, Miriam Martín, en su primer voluntariado, realizó labores de mantenimiento de los más de cuatrocientos audífonos entregados en expediciones anteriores, además de ayudar en lo que pudo a sus compañeras ópticas y a los miembros de la Asociación de Discapacitados. Miriam recomienda la experiencia a todo el mundo, “porque creces laboral y personalmente. Cuando llegas a estos lugares te das cuenta de lo poco que se necesita para vivir, que tenemos un montón de cosas que no utilizamos. Eso lo aprendes allí, cuando ves gente que con nada es feliz”. Este viaje también le ha servido para comprobar “que nunca hay que rendirse. La sonrisa de los niños no me la quitara nadie”. Para terminar, se siente muy afortunada de la gente que ha conocido en el camino, “sobre todo, mis compañeras, Leire y Carmen, todo habría sido muy distinto sin tenerlas a mi lado”.


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