La iglesiona del Cabo Vidio
La iglesiona del Cabo Vidio es, a decir verdad, una bóveda que se encuentra a 60 metros de altura, en esa parte del litoral asturiano cercana a la parroquia de Oviñana. Para conocer este recoveco maravilloso, hay que descender no sin peligro, hasta ingresar a la cueva, formada por la erosión del oleaje.
Es importante tener en cuenta, a la hora de planificar la visita, que sólo es posible meterse dentro de la iglesiona, en bajamar. Quien viaje hasta este pedacito escondido de las costas asturianas, puede aprovechar y conocer el Faro, famoso también, que data de 1948, y se encuentra un poco más alto que el resto del acantilado: a casi 100 metros sobre el nivel del mar.
Molino de Vallina
El Molín de Vallina, como lo llaman los españoles, es otra de las atracciones del Cabo Vidio. Se trata de una construcción vieja, hecha de piedra, que ya tiene más de 100 años. Está a la vera del mar, y muchos eligen este destino para ir de pesca.
La playa pedregosa le da un escenario inmejorable. Al mirar el suelo, se descubre que las mismas piedras redondas que se amontonan bajo la fina de capa de agua y espuma marina, son las que se utilizaron para construir esta casita baja, de techo a dos aguas, puesta allí por la mano de Dios.
Por supuesto, la Playa del Molino es un atractivo en sí mismo, porque permite recorrerla y tomar fotos preciosas. Incluso, es aconsejable no perderse el oleaje bravo del mar, en el recodo del Golfo de Vizcaya. Todo este rincón virgen de Asturias, vale el recorrido a pie, poco más de un kilómetro.
Cudillero
Al norte de España, este Concejo del principado de Asturias tiene nada más de 5138 habitantes. Toda su estética pesquera merece ser visitada por quienes gozan del paisaje que conjuga la mano del Hombre con la naturaleza.
El pueblito, construido hacia abajo y como en escalinatas, es bellísimo. Está conformado por casas pequeñas, coloridas, cuya estética remite al siglo XIX. Desafía la imaginación de cualquier viajero avezado, la vista aérea del conglomerado de casas en anfiteatro, que bajan hasta la misma playa.
Playa del silencio
Esta playa ha sido reconocida recientemente por su valor como expresión geomorfológica de los avatares de la naturaleza. No se puede llegar hasta allí en rodado alguno, y son solo 500 metros de arena, debajo de enormes acantilados. Esa conjugación la vuelve única.
Además, las especies de aves locales están protegidas. La zona es, aún, tan virgen, que hasta no hace mucho era posible divisar, con dispositivos de largo alcance, nudistas que elegían estos parajes para evitar miradas indiscretas.
La Playa del Silencio es la perla de todo el paisaje protegido de las costas occidentales de Asturias, y, aunque la presencia turística avanza a paso firme año tras año, todavía vale la pena acercarse y descubrirla como una joya escondida en este principado de características naturales formidables, llamado Asturias.
Ermita de la Regalina
Este encanto turístico se encuentra en Cadavedo, un pueblito rural, detenido en el tiempo, de 600 habitantes. Todas las construcciones de la zona merecen ser apreciadas con detenimiento, pero la ermita en cuestión se lleva todos los aplausos.
Una ermita, para quienes no conozcan el término, es una capilla dedicada, generalmente, a hechos que remiten a la Virgen María. Por eso, esta pequeña iglesia fue levantada en honor a la Virgen de Nuestra Señora de La Riégala, conocida como La Regalina.
La leyenda afirma que un lugareño encontró tallada, en el hueco del tronco de un castaño, la imagen de la Virgen. Y de allí la capilla, y su nombre, y el halo sagrado que la protege. La ermita tiene su fiesta, que se celebra cada último domingo de agosto.Descubrir estos rincones escondidos de Asturias puede resultar una verdadera aventura. Dadas las dificultades para acceder a ciertos parajes, y si acaso el clima no ayuda, la visita puede plantear el plus de desafiar la tenacidad del viajero. Eso y más, en el siguiente vídeo: