100 estampas de Salamanca
Las rutas del mudéjar en Salamanca se concentran casi todas en la esquina noreste de la provincia, que se caracteriza por ser una tierra llana, sedimentaria y poco rocosa, es decir la típica campiña castellana, una tierra con pequeños pueblos, fundamentalmente agrícolas, cuyos templos nos hablan de un pasado de repoblación cristiana a finales del siglo XII y durante todo el siglo XIII. El arte mudéjar es eminentemente rural y popular, un arte del pueblo que nace de artesanos musulmanes que tras la reconquista se quedaron en tierras cristianas. El elemento común en todas estas iglesias es un material pobre, el ladrillo, pero que pese a su sencillez de construcción, ofrece una riqueza decorativa de clara influencia árabe en ábsides, naves y arcos, siendo los más utilizados los arcos ciegos, que, en su conjunto, forman la arquería, jugando con las luces y las sombras, y culminando en magníficos artesonados de madera y policromados de época más tardía, ya en el siglo XVI. El esquema esencial es el de una iglesia cristiana, con planta de una o tres naves con sus ábsides correspondientes y todas ellas con estructuras románicas. Es, en definitiva, la unión de dos conceptos artísticos, el cristiano y el musulmán. En estas dos primeras rutas, en las comarcas de Peñaranda y Las Villas, encontramos bellas iglesias de ladrillo en las que la mayoría solo conservan un único ábside, sencillas, y ubicadas en pueblos pequeños, tal es el caso de las iglesias de El Villar de Gallimazo, Cantaracillo, Aldealengua o Aldeaseca de la Frontera, etc. otras conservan un magnífico artesonado junto con el ábside y la torre, como la de Villoria, alguna solo el artesonado policromado como la de Macotera, o sin policromar como la de Cantalpino, excepcional es la de Cantalapiedra que toda ella es completamente románico-mudéjar. Un recorrido que sin duda no defrauda a los amantes del arte románico en general y del mudéjar en particular.
CIEN ESTAMPAS DE MI TIERRA