9 de junio de 2018. Ruth Lorenzo llega a Barcelona con ganas de darlo todo y así lo demuestra desde el minuto uno. En cuanto empezó desgañitándose a ritmo de “Bring back the new” se metió al público en el bolsillo y demostró que a rockera no la gana nadie. De hecho, si algo me ha quedado claro es que Ruth se mueve como pez en el agua en los temas más cañeros. Cada vez me resulta más fácil imaginármela tocando en festivales indies y garitos al ritmo frenético de potentes guitarras eléctricas. La artista tiene un público fiel y, si algo le juega a su favor, es el cantar la música que a ella le sale de dentro, tendiendo un puente directo hacia un público que, a pesar de no ser mayoritario, es fiel a ella y a sus temas.
Las sorpresas no se hicieron esperar y sus fans se guardaban un as bajo la manga para cuando terminó de cantar “The first man”, pues sacaron en el momento del último verso (el cual dice “I hope you’re proud of your Lorenzo shining bright”) un cartel que decía “we are proud of our Lorenzo shining bright”, mostrando así que la devoción por la artista llega muy pero que muy lejos. Y la verdad es que no es difícil de entender teniendo en cuenta lo entregada que estaba con su público. De hecho, Ruth es quizás una de las artistas españolas que más se da a su público en el escenario.
Pero ella no fue la única sorprendida. La audiencia recibió un regalo inesperado poco después cuando Ruth interpretó una versión muy peculiar de “Dancing in the rain” en la que sustituyó los versos en español por una traducción al catalán. Además, estuvo magnética y cautivadora, imposible era quitarle los ojos de encima. Entonó y acertó cada nota al mismo tiempo que su cuerpo seguía el ritmo de las distintas melodías. La murciana (que dedicó un “¡viva Murcia!” con la ayuda de sus fans) demostró su carisma y bordó todas y cada una de las canciones de su último álbum, ‘Loveaholic’, una oda a todos los tipos de amor, como ya escribí hace tiempo. Además, es de aplaudir lo bien llevadas que estaban todas las canciones de la versión de estudio al directo.
Uno de los momentos más destacados del show fue cuando se quedó con su guitarrista para dedicarnos una bonita e inesperada versión de “Cucurrucucú Paloma”, que hiló con una de mis favoritas del disco, “Amanecer”, por la que la misma Ruth también indicó que tiene devoción por ser una de las canciones “más raritas del disco”. La verdad es que fue bonito ver cómo todas sus influencias se iban mezclando sobre el escenario, demostrando que todo tipo de cante y de sonido la inspiran para llevar a cabo conciertos divertidos, intensos y dinámicos. La cantante pasó del intimismo de las canciones mencionadas al rock más electrónico de “Bodies” o al más sensual de “Spanish guitar”, sin olvidarse de hacer incluso un pequeño hueco al flamenco, adaptando a este estilo una de las canciones más mágicas de su debut, “Flamingos”.
Por poner un pero, me habría gustado que el concierto hubiese sido un poco más largo. Creo que no hubiesen desentonado en absoluto temas como “Diamond doors”, incluido en la reedición de ‘Planeta azul’. Aunque, ahora que en este disco tiene temas como “Moscas muertas” que hablan de su etapa en Londres, habría estado genial meter temas antiguos como por ejemplo “Love is dead”, el cual es bastante rockero y le habría dado un toque un poco más oscuro en un momento dado. En cualquier caso, Ruth demostró que siente todo lo que canta y hace y que esa es la clave para que sus fans vibren con ella y para tener éxito.
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