Revista Cultura y Ocio
Mucha espera son 3 años para un artista del calibre de Ryan Adams, que en la primera década de este siglo ha facturado discos de manera muy prolífica, tanto que no había un año sólo o en compañía de los Cardinals, que no sacara disco el buen hombre. Y no hablo de discos culaquiera, algunos de ellos de lo mejorcito que se ha facturado en esa década, Gold, Rock and roll, o aquel Cold Roses con los Cardinals, tanto en la vertiente rockera, como en la más country y folk del de Jacksonville, y no olvidemos su última joya de 2011, aquel genial Ashes and fire.Y llega 2014 y nos adelantó hace un tiempo un single, Gimme something good, un buen tema (del que hablé ya aquí) y que además recupera al Ryan más pop-rock de buenas melodías. El disco navega por ahí, entre melodías que son agradables, un sonido pop-rock de guitarras bien acentuadas, y dejando el lado country y folk más aparcado, aunque también presente en menor medida. Es Ryan Adams, un musicazo, pero por momentos es un disco que me pide el cuerpo algo más, después de 3 años, esperaba quizás algo más potente o que me soprendiese de alguna manera. A veces la catarata compositiva no dura todo lo que nos gustaría, y todos los artistas tienen sus subidas y bajadas. Ojo, no digo que el disco sea prescindible, ni mucho menos, es un disco agradable al oído, con muy buenos temas, y un sonido muy limpio que me encanta. Pero ciudado, que con las escuchas gana muchísimo, como me pasa con el disco de Gaslight Anthem.
Comienza el álbum con Gimme someting good con esos guitarrazos y el teclado que anuncian el gran tema que es, potente, con fuerza y su voz ajustada perfectamente que nos lleva a un tema de gran pop, porqué no decirlo. Kim sigue con un ritmo algo más lento, pero bien llevado y con buena melodía, gran tema. Trouble es un temazo de tomo y lomo, desde el principio, canción redonda con pedazo de melodía, singelazo brutal que debería sonar por todos lados. Am I safe es otra gran canción, con el toque acústico del principio, pero desarrolando una letra y melodía arrebatadoras de principio a fin, de esos temas que ganan una barbaridad con las escuchas. My wrecking ball es curioso pero me recuerda en el principio al Bruce Springsteen más acústico, además de coincidir en título con un disco del Boss, cosa curiosa, tema de tono tranquilo y con dominio de la voz. Stay with me vuelve a la senda de pop-rock de buen gusto que despacha la mayoría del álbum, buenos cambios de ritmo y bien desarrollada con ese estribillo. Shadows es un tema más oscuro y quizás sombrío, pero no por ello menos bueno. Feels like fire sigue por la senda marcada, tema de aire pop rock con una batería algo repetitiva y machacona. I just might con esa guitarra a modo de intro, que sigue siendo el hilo conductor haciendo la labor de la acústica que en su día serviría para componer el tema, buena canción de voz y guitarra sin sección rítmica casi. Tired of giving up es un gran tema pop, delicia compositiva, y un estribillo atractivo. Let go cierra el disco con la guitarra acústica y algo de melancolía.
Buen disco el de este songwritter que siempre tiene perlas a las que acudir en cada uno de sus trabajos, a veces es el disco entero, a veces la mitad, a veces tres cuartos. Os dejo con Stay with me interpretado en vivo en julio de este año en el State Theatre de Portland.