La espera y la fe tienen recompensa. Hoy, Sábado Santo, cuando celebramos la Vigilia Pascual, esto cobra más sentido que nunca. La muerte de Jesús nos parece definitiva, son horas largas de espera y vigilia, de esperanza en algo que nos ha sido anunciado y que nuestra alma pecadora se resiste a creer. Y, sin embargo, el milagro se produce en esta noche de vigilia en la que los creyentes renacemos a una nueva vida.
María, la Madre, el corazón de fe y esperanza que ilumina a todos, permanece fiel a la palabra del Señor, junto al apóstol Juan, y es la primera en recibir su recompensa: su primera aparición Resucitado. El dolor, el sufrimiento y la muerte no tienen la última palabra, sino la alegría de la Resurrección y una luz que alumbra una nueva vida llena de esperanza y fe.
En la Vigilia de hoy esperamos de corazón la venida del Señor. Para ello nos preparamos con la liturgia de la luz: la bendición del fuego nuevo fuera de la iglesia, que entra en la misma para disipar la oscuridad de la mano del cirio pascual encendido y que pasará a las velas que los presentes tienen en sus manos, la reflexión sobre las obras de Dios, la renovación del bautismo y la proclamación de la Pascua.
La Vigilia Pascual, más allá de la liturgia, nos traslada un mensaje de confianza y de perdón de los pecados si de verdad dejamos que la palabra de Cristo entre en nuestro corazón. Nos llena de fe y nos sorprende con una nueva vitalidad. Muchas veces nos sentimos tristes, doloridos y cansados, casi vencidos, casi como Jesús en la cruz, pero llega una noche como hoy que nos anuncia un nuevo amanecer y una Resurrección, y vemos que podemos vencer las dificultades, que hay esperanza, que donde sólo había oscuridad y dolor, se vuelve luz y vida, que no hay nada que Dios no pueda cambiar.
Hoy, como cristianos, celebramos la victoria sobre el pecado, la muerte, el mal, la amargura... Todo eso queda borrado, tabula rasa (tabla rasa), empezamos de nuevo llenos de ilusión y buscamos no ya la muerte, sino la vida porque Jesús nos trae una nueva vida, nos trae fuerza y confianza para afrontar los días cotidianos. Esta Resurrección es completa, nos transforma en alguien mejor para vivir con paz interior.
Pronto estrenaremos la Pascua, que es la fiesta de la nueva creación. Jesús ha resucitado y ya no morirá de nuevo. La luz que alumbra esta Vigilia Pascual hace posible la vida. Jesús nos lleva a todos tras él a la vida nueva de la Resurrección, y nos ayuda a vencer toda forma de oscuridad y mal. ¿Y cómo lo hace? De forma sencilla: construye un puente maravilloso para nosotros que nos lleve al nuevo día a través del sacramento del bautismo y la fe. Cristo nos lleva de la mano para entrar en la luz y la vida verdadera.
Hoy, Sábado Santo, experimentamos la alegría de la luz y el calor reconfortante de la fe en Cristo. Hoy, nos convertimos en portadores de fe y luz del cristianismo.