
El sudario en el que Jesucristo fue envuelto tras morir en la cruz, se conserva en Turín y solo resulta accesible el público en fechas concretas, lo que hace difícil su visita. Una prueba del carbono catorce fecha la reliquia hacia el siglo XIII, lo que resultaría incompatible con el fin que pretendidamente tuvo en su día, pero se puso en duda la datación con radiocarbono. A uno le cuesta entender cosas que no comprende, desde la imagen de un hombre en un sudario hasta las ondas gravitacionales y lo único objetivo es que la física cuántica tiene tantos agujeros como la fe, con la diferencia de que ésta permite conservar una ilusión que el razonamiento científico mina con cada nuevo avance. Me gustaría visitar la sábana santa, también me gustaría conocer Turín, y entre ambas casi prefiero la segunda mientras sueño con que alguien llegue, algún día, a explicar las dos clases de enigma.
