La Región de Murcia todavía atesora remotas costumbres relacionadas con el Día de Todos los Santos. Una de estas tradiciones es que se disponga de sábanas limpias para que los difuntos descansen cuando ‘vuelvan’ a sus hogares ese día.
La tradición consiste en limpiar una habitación de la casa y colocar sábanas limpias en las camas “para que las ánimas puedan descansar”, por la creencia de que retornan a los que fueron sus hogares.
En más de un pueblo de la huerta de Murcia se sigue poniendo en práctica este ritual, cuya observancia pasa de padres a hijos.
El supuesto retorno de los difuntos, en algún caso, obedecía a un objetivo más concreto que descansar”, destaca Botías, quien añade que “la aparición tenía como objeto revelar a hijos o nietos “dónde estaban escondidos los ahorros, o intentar transmitirles que debían hacer algo que el muerto dejo pendiente en vida.
En mi opinión, “éste es sólo un pequeño detalle de la rica y espléndida tradición que rodea estos días que se avecinan y que muchos arrinconan, por el empuje del consumismo, para disfrazar a sus hijos de brujas y vampiros emulando el Halloween americano”.
En muchas zonas de la huerta murciana también se creía en las apariciones durante la Noche de Todos los Santos.
Y no sólo eso, era aquella madrugada un tiempo propicio para encontrarse con las ánimas benditas vagando por las veredas y carriles de la huerta, caminos que compartían con las campanas de auroros, sólo iluminadas por el remoto farol, adornadas por el aroma a naranjas y limones frescos.
No hace tantos años, además, otro olor impregnaba la víspera del Día de los Difuntos al celebrarse tan oscura noche con cuencos de palomitas de maíz -llamadas en la huerta tostones-, unas con azúcar, otras con sal o anís, hasta con miel.