Revista Filosofía

¿Sabemos lo que es educar?

Por David Porcel
¿Sabemos lo que es educar? Porque si no lo sabemos difícilmente podremos elaborar métodos fiables que evalúen la educación de nuestros alumnos, elaborar informes de detección o diagnóstico de problemas en nuestro sistema educativo, o afrontar cualquier cuestión que afecte al proceso de la educación. Quizá no haya nada que sea la educación, o algo similar que se corresponda con dicho concepto, pero aun en este caso hemos de consensuar una definición si queremos verdaderamente afrontar los retos que nos sobrevengan.
La pregunta urge más todavía cuando se escuchan discusiones acaloradas en las salas de profesores entre los docentes sobre lo que debe ser la educación - que si la educación debe consistir en la transmisión de conocimientos, que si debe basarse en la instrucción a los alumnos desde los valores democráticos fundamentales, en formarlos y prepararlos para la vida adulta...-, sin antes haber reparado que quizá no se tenga una idea clara sobre lo que es la educación. Cuando acudimos al médico confiamos ciegamente en que éste sepa distinguir la salud de la enfermedad; de hecho, acudimos a este profesional porque entendemos que sus conocimientos se fundamentan en dicha distinción. Si no fuera así y el médico no supiera reconocer la salud en cualquier cuerpo nos quedaríamos en casa esperando desconfiados algún tipo de intervención divina. Lo mismo nos ocurre, siempre que seamos inocentes, ante un tribunal de justicia, del cual esperamos que no se deje llevar por ningún tipo de pasión y dicte sentencia guiándose por su sentido de la sensatez y de la justicia. Igualmente, debería exigirse a los profesionales de la enseñanza la asunción de una concepción objetiva y clara de lo que es la educación. Dicha concepción, más o menos compartida y flexible, sería el presupuesto para iniciar en las aulas un verdadero proceso universalizador de enseñanza y permitiría una comprensión de los factores que favorecen la educación y de aquellos otros que la entorpecen o impiden.
En definitiva, también los docentes, y en general la comunidad educativa, deberíamos dar un paso atrás y preguntarnos por lo que es la educación, si tal cosa existe, antes de plantear metodologías de aprendizaje para conducirla, entrar en otras disquisiciones sobre cómo potenciarla o difundir informes comparativos de evaluación de la enseñanza de las diferentes comunidades autónomas.

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