En la quietud del alma quiero compartirte una pequeña pero gran reflexión: Dos amigos se encuentran después de un largo tiempo y uno le pregunta al otro, ¡Cuánto tiempo sin poder hablar!; pero hablar como lo hacíamos antes. recuerdas?. Me enseñaste tantas cosas ! y no sólo a mí. Y el lo mira sorprendido pero asintiendo con su cabeza…Entonces le pregunta : ¿Cómo has estado? Recordando en su interior lo vivido en el campo de concentración y el amigo le responde, ¿ cómo crees que estoy? por todo lo que tuve que pasar; y el otro amigo preocupado le expresa: pero ¡Cómo!; ¿Todavía no has llegado a perdonar aquellas almas equivocadas sumergidas en venganza y con tristeza en sus ojos y en el alma, el otro le contesta, en tantos años no lo he logrado, me invaden los recuerdos de tantas cosas inmerecidas, yo nunca debí ir a ese lugar.El amigo mirándolo a los ojos pausadamente replica : pero tu no eras así, tu siempre manifestabas en todos los lugares que podías, que no había que mirar para atrás que todo lo que nos tocara vivir serviría de experiencia. Si claro respondió contundente; pero eso fue antes de que yo viviera lo que tuve que pasar. Una vez más el otro amigo objeta tomándole las manos …¡Querido amigo! tengo una mala noticia para darte: “Sigues siendo prisionero “.Y no ya de un campo de concentración sino de tus propios pensamientos, pues el “El perdón es para ti y no para quien tanto te ofendió. Al perdonar, reconocemos que nada se puede hacer por el pasado, pero permite liberarnos de él.
Perdonar, es empezar de Nuevo, con la experiencia adquirida, sin los rencores “sobrevolando” y confundiendo las posibilidades del presente. Al igual que el Amor, el perdón no es algo que se “entrega” a los demás, sino un regalo vital para nosotros mismos.