En estos días que se está hablando mucho de la composición del nuevo curriculums a la hora de postularse a un puesto de trabajo que, como todo parece indicar, la crisis ha determinado basarlo en un nuevo sistema de valores, me parece oportuno abordar este tema desde la experiencia, para entender por qué hay que saber soportar el fracaso.
@morguefile
Muchas veces he tenido entrevista con personas que querían incorporarse al puesto de trabajo que mi empresa ofertaba, pero a la hora de venderme su producto, de venderme sus servicios, ha enfocado mal su presentación. A partir de estas experiencias he podido elaborar un pequeño listado de tipología más comunes con las que me he encontrado.
Las tareas y las personas. Es fácil dar una pincelada a las pequeñas cosas o situaciones que suelen ocurrir en el ejercicio de las tareas y que al final acaban por configurar un panorama de éxito o de fracaso, según las condiciones o las actitudes de las personas.
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Chispazo inicial. Hay quien empieza muy fuertes en una actividad, pero luego decae al poco tiempo, como si perdiese el impulso. Quizá esto sea el resultado de estar ejerciendo tareas que no corresponden con las inquietudes personales del individuo o porque no tienen la estabilidad psicológica para permanecer mucho tiempo en el mismo lugar, desarrollando las mismas tareas.
Chispazo colectivo. Son aquellos que demuestran un valor engañoso, porque son muy prolíficos trabajando a la sombra de otras personas, pero nada productivos llevando a cabo las tareas en solitario. La mejor estrategia para integrarlos a un equipo de nivel productivo satisfactorio es encontrarle acomodo en grupos de su mismo nivel y perfil, porque de lo contrario acabarán contaminando al resto.
Chispazo a rachas. Son los que se motivan con los resultados positivos, actúan de forma muy eficaz cuando tienen la racha a favor, y se esfuman con los momentos menos agradables. El gran problema que tiene este tipo de trabajar es que no sabe interpretar que su función está determinada por una cadena circular, y que la única forma de mantener esa racha positiva es justamente poniendo todo de su parte, no quedándose supeditado a los resultados.
Sin chispas. “Yo voy muy despacio, hay que tener paciencia conmigo”, me dijo una vez una persona cuando hablamos de sus funciones y de los resultados. Bien, es un brote de sinceridad importante, pero la pregunta es: ¿Puede una empresa hipotecar su funcionamiento para defenderle? En las circunstancias actuales, es muy complicado que una empresa malgaste sus recursos manteniendo a personas que no son capaces de superarse a cada segundo, no ya a cada día, sino a cada segundo de sus horas trabajadas y tarifadas en el sueldo.
En estos días asistí a una entrevista de trabajo para vendedor a puerta fría, y me llamó la atención la condición excluyente en la que se basaba la oferta. Para permanecer en el equipo de candidatos habría que demostrar capacidad para no se echarse atrás con el primer revés en el cumplimiento de las tareas; es decir, buscaban personas que no fueran a renunciar en la primera semana si no concretaban ninguna venta del producto que llevarían en cartera. Así está el mercado de trabajo actualmente, prevalece sobre todos los conocimientos, experiencia y otras cualidades el saber soportar al fracaso.
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