Hoy en día parece que se ha perdido un poco la costumbre de usar pluma estilográfica. Este curioso instrumento de escritura se asocia a ciertos niveles sociales tuvo un original inicio. A fines del s. XIX Ledwis E. Waterman, agente de seguros, perdió un muy interesante contrato debido a una pluma estilográfica defectuosa. Tras esa experiencia, se decidió a producir un producto que eliminara el problema que le había hecho perder tan suculenta cifra de dinero, es decir, que eliminara los borrones. En el taller de su hermano Frank descubrió un sistema nuevo de llenado mediante una ranura lateral y basado en la acción capilar, de forma que la tinta llegaba al plumín de forma fluida y constante, eliminando así el continuo goteo al escribir que hasta ese momento se producía.
Aquel objeto que empezó vendiéndose en estancos ha pasado a ser producto estrella y lema de varias marcas importantes de la industria de la escritura.
¿Y quizás usar este emblemático objeto como regalo promocional? ¿Y si fuera la pluma estilográfica ese elemento personalizado que tienen las personas siempre a mano, en sus despachos, mesas o bolsillos para hacer frente a la firma de importantes documentos? Lo típico es usar el bolígrafo, lo sabemos, pero ¿y optar por ser un poco menos típicos?
Como elemento único o acompañado de un bolígrafo o en un bonito estuche, la pluma estilográfica puede ser un bonito regalo promocional para tus clientes. Una opción más a tener en cuenta.