Revista Psicología
Continuando con las reflexiones que nos contaba una joven en el anterior artículo, os transcribo nuevamente los sentimientos que nos transmiten sus palabras:
«Os conté lo que sentí cuando me tenía que marchar de mi casa y ahora que ya estoy fuera, construyendo mi futuro, me gustaría que empezárais a entender algunas cosas, con la verdad por delante.
»Al final, cuando uno decide irse de su casa a hacer su vida, irse de su ciudad, irse de su sitio, al final no deja de sacrificar cosas por hacerlo. Estás lejos de tu familia, de tus amigos de siempre, de tus costumbres y aunque hagas nuevos amigos, nuevos planes de vida, consigas una experiencia laboral en ese sitio, nada es comparable con el amor de un padre, de una madre, de tus hermanos, de tu novio, esos amores de los que estaré agradecida eternamente.
»Quiero que se entienda que no es nada fácil estar lejos de casa, y menos cuando tienes un avión de por medio. No es fácil tomar esa decisión, nunca. Pero cuando se toma, es porque hay algo que consideras lo suficientemente importante para luchar.
»Estar lejos supone tener que abrirte a algo que no conocías, a personas que no te ponen fácil entrar en su vida, adaptarte a sus costumbres, estar dispuesta a que te juzguen sin conocerte, hasta en ocasiones te sientes fuera de lugar.
»Estar lejos no es un capricho, es un luchar constante, es empezar de nuevo, es hacer todo aquello que nunca antes hacías porque tus padres te lo daban hecho y ante todo, es estar lejos de la gente que más quieres.
»A veces los momentos en los que tu necesitas un abrazo de los tuyos, no son los momentos en los que puedes viajar, y cuando viajas y vuelves a tu ciudad, tienes que dividirte el tiempo para ver a todo el mundo, cosa que casi nunca es posible.
»Me gustaría muchas veces que las cosas fueran mucho más fáciles, y ojalá que nunca tengas que elegir entre Familia, amor y trabajo. Y que si tuvieras que pensar en una sola cosa, empezases a darte cuenta de que muchas decisiones duelen, y lo que decidas cambiará el rumbo de todo lo demás...
»Pero siempre tendrás que decidirte a decidir, siempre merece la pena y siempre será un paso más en tu crecimiento.
»Gracias a mi familia, a mi compañero de vida y a mis mejores amigos, por saber estar cerca y lejos. Gracias por estar siempre conmigo allá donde esté. Sois la suerte de mi vida, os quiero».
Como esta joven comenta en esta nueva reflexión nunca es fácil tomar esa decisión, pero cuando se toma, es porque hay algo que tú consideras lo suficientemente importante para luchar. Ten en cuenta que el que lucha nunca pierde, siempre gana. La valentía, la fuerza, la confianza, la paciencia, la experiencia.., solo la consiguen los luchadores.
Bien merece recordar las palabras del anterior artículo: La vida tiene muchos y solitarios puentes que cruzar —unos más difíciles que otros—, pero que siempre te permitirán encontrar nuevos lugares, ver las alturas y aferrarte con fuerzas en el vacío, unir las distancias que te impedían llegar, despertar la confianza en ti mismo para acabar con las dudas, arrancar de tu interior la valentía venciendo los miedos a lo desconocido, sortear los mil y un obstáculos que te hacían tropezar, y descubrir cada uno de tus dones y capacidades que harán posible lo imposible.
La vida siempre va a estar llena de decisiones y siempre te va a exigir que des un paso adelante y cojas las riendas para manejarte en cualquier situación. Habrá equivocaciones, errores, lamentos que te irán formando y llenando de experiencia, esa experiencia que te hará madurar, que te hará crecer y poder tocar el cielo, esos aciertos y éxitos que también serán el fruto de decisiones bien tomadas después de vencer los miedos.
Y como dice esta joven: decidirte a decidir, siempre merecerá la pena.
También es un buen artículo para reflexionar: ¡Papá, cuánto duele crecer!
Y si estás en uno de esos momentos en los que necesitas llenarte de valentía, seguramente puedas encontrar la fuerza que necesitas en mi libro «Cierra el paraguas y mójate»
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