Revista Opinión

¿Sabes una cosa? Siempre tuviste razón

Publicado el 17 agosto 2019 por Carlosgu82

Para mí no existen las obligaciones, soy egoísta, engreído y pueril. Todo es devoción. Amar a lo cafre. Acepta de mí lo inaguantable si de verdad que amas. Falta de entrega, ausencia, olvidos, coqueteos, tozudez, desapego. Pero tú lo adornas todo con tu prudencia y además me das un beso cada vez que puedes. Y haces que siga vivo. Como si nada de esto pudiera o debiera afectarte.

Me maravilla no poder sentir la tristeza de un término tan sencillo como necesidad, tal vez, porque no me gusta sentir esas circunstancias que no me dejan avanzar. Me culminas a una exigencia quizás completamente lógica pero indeterminada y no consigo comprender porqué, no puedo quedarme tranquilo ante la amenaza de que esto sea pronto pasado. No quiero aferrarme a tus palabras, no quiero, no quiero, no quiero sentirme triste.

He intentado olvidarlo todo, apelando a que te quiero con toda la sinceridad que las palabras me permitan expresarte en estos textos en que te sientes encerrada, cerrar los ojos, recordar y vivir de esos retazos de tiempo que mordemos a la vida los escasos días que te concedo verme.

He intentado ensayar con mi sonrisa más encantadora, para que no puedas negarme nada, frases saciadas de palabras alimentadas de esperanza para esconder todo lo que ambos sabemos que está pasado y contra lo que a pesar de todo ninguno de los dos podemos luchar con la creencia de vencerlo.

He tocado tus manos y como siempre he perdido la noción del tiempo, pero no he reconocido esta lejanía que en mí se manifiesta y que tú no soportas, ni tan siquiera he sabido disimular el letargo de un abrazo que me sabe incómodo porque trae siempre aparejado consigo un adiós más que un hasta luego.

Y todo para darme cuenta de que yo soy el error. Tú siempre lo has dicho. Y no quiero caer en el tópico de decirte, “cariño, no eres tú, soy yo”. No. no te mereces palabras tan marchitas por la rutina de quien está en guerra con la sinceridad y la valentía para cerrar la puerta a sus espaldas y dejar libre el alma cautiva de aquella a la que como nunca antes ama.

No te mereces que te haya hecho esto, pero ha ocurrido. No quiero reconocerlo, lo sé, lo sabes, porque a pesar de todo, lo único que puedo decir es que te quiero. Adoro ese ladeo de tu cabeza cuando me miras con la dulzura del cielo azul de tus ojos; adoro los rizos amarillos de tus cabellos; adoro tus labios, tus besos; adoro hasta los suspiros de incredulidad cuando digo bobadas; adoro esa seguridad que sólo tú me inspiras, la seguridad de sentirme querido antes que idolatrado.

¿Qué ha pasado? ¿En qué momento repetí una vez más, como el idiota que soy casi siempre, que el amor no es suficiente? Que necesito más…

¿Dolor? Mucho. Todo. Indescriptible. Un agujero en el pecho que trato de tapar con la palma de mi mano. ¿Esperanza? Poca. ¿Fuerza? Si la hubiera tenido, me hubiera marchado antes. ¿Amor? Infinito. Huir siempre fue el mejor de mis verbos. Pero nunca tan difícil de ejecutar.

El agua de un pozo profundo me aguarda, me llama, me pide redención. Y yo voy a dársela.


Volver a la Portada de Logo Paperblog