He leído poco a poco, desde el verano, tres libros de poesías.
El que más me ha gustado ha sido el de García Montero, Habitaciones separadas, del que menos esperaba. Se entiende bastante bien. Sin rimas, poesía de la experiencia, de la vida. Memoria. Autobiografía.
El autor ha repetido muchas veces que no escribe para poetas, para especialistas, sino para lectores.
No comparto su escepticismo vital. Lo que llama El seguro azar de la conciencia. Vivir naturalmente, sin deudas ni banderas. Y cita a Cernuda: Cuando la muerte quiera / una verdad quitar de entre mis manos / las hallará vacías…
Subrayo algunos versos: No hay otra cosa que envejezca peor que la mirada. O este: Todo concluye, pero nada se calma.
La antología de Mesanza la he leído con ganas y gusto, siempre esperando el milagro que no se ha producido. Caballos, guerras, espadas y torres. La historia (mucha antigüedad clásica), Dios, el amor, la muerte. Elegantes y solemnes endecasílabos, poesía retumbante y seria de versos redondos.
El tercero otra antología de Renacimiento, de Vicente Sabido. Agradable de leer. Versos centrados en el amor y en los recuerdos. Claros. Me ha gustado especialmente el titulado El penoso oficio de escribir en las tinieblas.
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