Lo que queda del Sabina que estuvo en Santa Catalina.
Mancilla la tibia lluvia
purpurina en las mejillas,
lentejuelas en vigilia,
carcajadas sin las quillas
que adivina la tertulia
de los disfraces más cuerdos
en la noche de los locos.
Ahora ya han fenecido
monjas, jedis y piratas
la última birra que pido,
los abrazos en las barras,
los poemas en tus ojos
y mis cuentos en guitarras,
siendo un Sabina sin jarras
llenas de Yo, mi, me, contigo.
Poem by W.