Revista Cultura y Ocio

sabio a los 20

Por Aceituno

Ya sabemos aquello de que la belleza está en el interior, pero en ocasiones la belleza del exterior también es profunda y está oculta a simple vista, hay que saber distinguirla porque no es evidente, como pasa en este caso con la corteza de estos árboles. Son árboles normales y corrientes de una calle cualquiera de Madrid. A primera vista no esconden nada, pero si uno sabe mirar descubrirá muchos secretos. Si pudiesen hablar… cuántas cosas nos dirían, testigos como han sido de tantas cosas desde su privilegiada posición.

Pero no hace falta que sepan hablar. Somos nosotros los que debemos saber escuchar y observar para llegar a descubrir los tesoros y los secretos que encierran, colores increíbles, extrañas texturas, formas caprichosas que nos recuerdan lo efímero que resulta todo, porque si volviese la semana que viene estos pedacitos de corteza ya no serían iguales. Una vez más la naturaleza, aunque sea en medio de la ciudad, nos sorprende con su sabiduría: aprovecha ahora que puedes porque mañana será diferente.

Mi experiencia sabe que mañana no sólo será diferente sino que, además, será peor. Siento ser tan pesimista, pero así es como lo veo. De manera que a todos les digo: aprovecha ahora que puedes porque mañana será peor. Y la verdad es que no creo que sea pesimismo. Si uno lo piensa bien seguramente llegue a la conclusión de que el paso del tiempo casi siempre resulta negativo. Nos hacemos más sabios, sí, pero más torpes, con menos reflejos, menos capacidades físicas y además esa sabiduría es difícil de aplicar. Todos reconocemos que las personas mayores son sabias y hay que respetarlas, pero a la hora de la verdad no les hacemos ni puto caso, solemos decir que ya están chocheando y nos importa un pimiento lo que nos digan. Cada edad opina lo mismo de los que son más mayores, de manera que no sé para qué sirve ser más sabio cada vez. Yo hubiera querido ser sabio con 20 años, no cuando tenga 60.

La cosa va al revés.

A medida que te vas haciendo mayor vas perdiendo de todo, desde neuronas hasta pelo. Lo único que ganas es experiencia, por eso hay que acumular tantas como podamos mientras podamos, porque es lo único que finalmente queda.


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