"Sabor a chocolate", de José Carlos Carmona, recibió el XIII Premio Literario de la Universidad de Sevilla. La contraportada, en la edición de Punto de Lectura, dice así:
"Hace más de sesenta años, Adrian Troadec vio a una chica salir de una clase de música. Dos guerras mundiales después aún todavía funciona la fábrica de chocolate que abrió para conquistarle. Entre dos continentes, partidas de ajedrez y notas de violín "Sabor a chocolate" es una sintonía incompleta de amor y de sueños. Una novela tan intensa y adictiva como el mejor chocolate."La presentación no está mal pero, cuando lees la novela, te das cuenta que es todo eso... y mucho más!
"Sabor a chocolate" es una novela corta pero intensa, con un lenguaje simple, sin adornos ni florituras, con frases cortas pero contundentes, estructuras sencillas y párrafos breves, lo que, junto con la repetición frecuente de los nombres, le dan una encantadora semejanza a los cuentos.
La lectura es, por tanto, rápida y fácil. Las 154 páginas (serían menos pues los capítulos, son 100, casi nunca completan la página) se leen en un par de horas, pero los personajes perduran, sobre todo el de Adrian Troadec.
La historia de las dos familias, la de Troadec y la de Alma Trapolyi, ocupa el libro. Es una historia tierna y dura al mismo tiempo, dulce y amarga por momentos. Y esta historia personal, que discurre desde 1922 hasta 2001, es paralela, inevitablemente, al devenir de la Historia y son señalados ciertos acontecimientos como las dos guerras mundiales, el discurso de Martin Luther King "I have a dream...", movimiento antiglobalización en Génova,...
La vida pasa, pero la perseverancia y el amor hacen posible que vayamos cumpliendo nuestros sueños. Es una bonita historia para ser leído o contada... y recordada. Claro que a mí me gusta mucho el chocolate...
Vamos a acabar por el principio, el capítulo 1
"Eleanor Trap dirigía una fábrica. Una fábrica de chocolates en Suiza. Eleanor Trap descendía de una familia de húngaros americanizados que modificaron sus apellidos al llegar a Estados Unidos en tiempos de la Ley Seca. Eleanor Trap cojeaba de su pierna derecha desde la infancia. Su tío Adrian Troadec la invitó a Suiza en los años sesenta. Eleanor tenía 23 años cuando vio por primera vez la Europa de sus antepasados. No sabía que el chocolate cubriría su vida desde aquel instante."