Sabores del mundo: cocinar para el alma.

Comer es mucho más que nutrirse, más que un simple placer. Es una forma de sentir, de expresarse, de vincularnos con el mundo y con nosotros mismos. Es transformar lo que la tierra nos ofrece en alimento para el alma, en legado cultural, en identidad colectiva. Cada bocado puede ser un gesto sagrado, una celebración, un reencuentro. Porque en la cocina no solo se preparan platos: se construyen historias, memorias y puentes entre generaciones.

Hay hambres que no se sacian con pan. Hay hambres que viven en el recuerdo, que se alojan en la memoria del paladar y laten fuerte cuando algo nos huele a casa. Basta una especia, una salsa, un hervor que se escapa de la olla para que todo vuelva: la risa en la cocina, las manos de la abuela, el mantel con migas, la primera vez que probamos algo que no supimos nombrar, pero que nunca olvidamos.

Sabores del mundo es más que un libro de recetas. Es una travesía que comienza en la emoción. Graciela Echagüe, su autora y directora del programa que le dio vida, nos guía con cariño por distintos rincones del planeta a través de los platos que definen a sus gentes. Porque cada cultura tiene su forma de decir “bienvenido” con la mesa servida. Y cada cocina guarda secretos que no se cuentan, se prueban.

Inspirado en el programa del mismo nombre transmitido por GDanseTV, Sabores del mundo recoge no solo ingredientes y pasos de preparación, sino también historias, costumbres y pequeños gestos que se cuecen a fuego lento en cada hogar del mundo. En cada episodio, Graciela se ha sentado a conversar con chefs, cocineras, campesinos y guardianes del gusto, para entender cómo una receta puede ser también una forma de resistir, de celebrar, de sanar.

Este libro continúa esa aventura, pero desde las páginas. En él, cada receta es una puerta: al Marruecos de las especias cálidas, a la Italia que huele a albahaca fresca y tomates al sol, a la India que despierta con cardamomo, cúrcuma y sonidos de sartén. A la Argentina donde la carne chisporrotea en la parrilla y se sirve con historias de sobremesa. A México, donde el maíz aún lleva en su grano la voz de los antepasados. A la infancia de cada lector, porque siempre habrá un plato que lo lleve de vuelta a su mesa más antigua y querida.

Sabores del mundo también rescata esas recetas que parecían olvidadas, aquellas que pasaban de boca en boca o se escondían en cuadernos de letra apretada, manchados de aceite y ternura. Comidas que nos definen, aunque no siempre sepamos nombrarlas. Platos que nos devuelven una tierra, una madre, una celebración que parecía perdida.

Este libro es, en esencia, un homenaje a la comida como lenguaje universal. Un recordatorio de que todos, alguna vez, fuimos abrazados por una sopa caliente. Que en cualquier parte del mundo, alguien está cocinando con amor para que otro se sienta en casa. Que los sabores no conocen fronteras, y que una receta puede decir más de nosotros que mil palabras.

Prepárate para viajar con los sentidos. Porque en estas páginas, se come con el alma. Se celebra lo propio, se descubre lo ajeno, y se recuerda —con cada bocado— que el corazón también tiene hambre.