El lunes pasado llegó mi mamá de visita por dos meses. Y me trajo, además de alfajores, colaciones y conitos de dulce de leche ( que son un clásico regalo para argentinos expatriados, y que les iré mostrando en próximos posts), lo que más extraño de Córdoba, mi ciudad: criollitos.
Los criollitos son unos pancitos con grasa que vienen de dos formas: comunes y hojaldrados (doblados mas veces y untados cada vez con empaste de grasa). Son un clásico de mi ciudad, y no conozco ningún coterráneo que no los extrañe con locura.
Mis preferidos son los comunes. Y no de cualquier lugar: mi nostalgia gastronómica exigía los hechos en la Panadería del Pilar de Avenida General Paz, entre Caseros y Duarte Quirós que son, a mi entender y luego de años de cata exhaustiva (?) los mejores de Córdoba ;)
Sobre esto, claro, hay tantas opiniones como Cordobeses.
Así que mi mamá fue a esa panadería en especial el día antes de partir y los que ven en la foto viajaron 20 mil kilómetros hasta llegar a Nicosia. Y a la mañana siguiente a su llegada, los pusimos en el horno por 5 minutos para calentarlos, preparamos café con leche, y nos sentamos a desayunas casi casi como en Córdoba.
Y ustedes ¿qué sabores extrañan cuando viajan? ¿qué sabores sienten que definen el lugar de dónde son? ¡Cuenten, cuenten!
¡Que pasen una hermosa semana y hasta el próximo post!