Revista Cultura y Ocio

"Sabotaje" (Falcó 3). Arturo Pérez Reverte

Publicado el 09 abril 2019 por Juancarlos53
“—Es una guerra de clases... Si la ganamos, se fortalecerá la causa del pueblo en el mundo entero. Encajó Falcó aquel plural con una ácida mueca interior. Picasso no había pisado España en muchos años, ni mostraba intención de hacerlo. Era fácil, se dijo, hablar de ganar guerras del pueblo desde un estudio a orillas del Sena” (‘Sabotaje’, pág. 178)
Varias semanas, si no meses, llevaba "Sabotaje" esperando que yo lo leyese. Pero unas veces por H y otras por B el caso es que no me ponía con esta tercera aventura de Lorenzo Falcó. Bueno, pues por fin le llegó el turno. Como me sucedió con "Falcó" y con "Eva" la lectura ha sido rápida, veloz, muy grata. Diríase que últimamente la literatura producida por cartageneros me tiene abducido -ja, ja...-. Digo tal cosa porque mi lectura anterior fue de otra cartagenera ilustre, Carmen Conde [leer reseña aquí], natural también de esa ciudad murciana y asimismo académica de la española como Arturo Pérez Reverte el autor de esta, por ahora, última entrega de la Serie Falcó.
En esta ocasión Lorenzo Falcó ha de viajar a París para una arriesgada operación: neutralizar a Leo Bayard, un rico aviador norteamericano que ayudó a la República con una escuadrilla de aviones comprados por él mismo meses atrás; las tripulaciones de los aparatos las conformó también él mismo con voluntarios internacionales. La expresión 'neutralizar' abarca un amplio campo significativo que va de la simple maledicencia a la desaparición física. ¿Qué sucederá en la novela? En segundo lugar deberá impedir que Picasso cree el cuadro que el gobierno republicano le ha encargado y para el que le ha pagado una buena cantidad de dinero. Ese cuadro tiene por objeto denunciar ante el resto de la naciones el salvaje bombardeo que los alemanes colaboradores con Franco han hecho de la población de Guernica con el resultado de 900 civiles muertos.
Al principio del relato encontramos al agente del bando nacional en plena acción en el casino de Biarritz donde, bajo la apariencia de un español amigo del juego, él y la agente Malena vigilan al matrimonio Sologastúa, vascos adinerados de Neguri que financian y arman a los gudaris vascos afectos a la República. La misión es secuestrar al industrial vasco y llevarlo a San Sebastián ciudad recién caída en poder de los nacionales. Para efectuar el secuestro Falcó utiliza su sangre fría y con método expeditivo elimina a los guardaespaldas que protegían -mal, es evidente, a la vista de lo sucedido- a Tasio Sologastúa y a su esposa, Edurne Lambarri de Sologastúa
Esta  manera de comenzar una nueva entrega es ya un clásico en la narrativa detectivesca o de agentes secretos tanto en su versión escrita como en las cinematográficas. Tras la aventura recién finalizada el agente ha de recalar en su base de operaciones donde dará el informe de la misión realizada y recibirá el encargo de la nueva que ocupará el resto de la novela que tenemos en nuestras manos: sabotear la obra pictórica de Picasso encargada por el gobierno de Valencia para la Exposición Internacional de París de 1937 y anular la actividad del activo norteamericano Leo Bayard.
No debo contar más para no perturbar el disfrute de la la lectura. Sólo diré que en esta ocasión Lorenzo Falcó sigue fiel a sí mismo: agente al servicio de quien mejor pague -ahora mismo los Nacionales; antes los Republicanos- y en asuntos de faldas siempre deseoso de satisfacer y satisfacerse.  En "Eva" vimos a Falcó literalmente colgado, quizás podríamos decir que hasta enamorado de Eva Neretva - Eva Rangel - Luisa Gómez ("Pensaba Falcó en Eva Neretva, alias Luisa Gómez, alias Eva Rengel, alias Dios o el diablo sabrían qué. En aquel tiempo, se dijo, a diferencia de otros aún recientes, sobrevivían las hembras más duras, inteligentes y tenaces", pág. 104). Eva es la única mujer con la que Falcó ha experimentado algo parecido a un enamoramiento. No la ha podido olvidar y el futuro de personaje al final de la segunda entrega no quedó muy claro. En esta tercera de la serie creía yo que por fin el asunto Eva quedaría completamente liquidado, pero acabada la lectura no puedo afirmarlo ni tampoco negarlo. Creo que Pérez Reverte disfruta con lo que en el relato se denomina "estilo soviético":
[habla el Almirante] "-Estilo soviético, ya sabes. Dejar la cosa ambigua, insinuando una fuga, un retiro dorado. Es marca de la casa. Acaban de hacerlo en Barcelona con un trotskista que dicen se ha pasado a nuestro bando, Andrés Nin, y que a estas horas estará más muerto que mi abuela..." (pág. 321)
 En su relación con las mujeres me ha parecido ver a un Falcó más libre, más divertido, menos comprometido. La nómina femenina en la narración es amplia: la rica norteamericana Nelly Mindelheim; la amiga de ésta, Maggie; Eddie Mayo, la fotógrafa inglesa amante de Leo Bayard; María Onitsha, la cantante de color que Falcó conocía desde sus tiempos en Berlín; Malena, la agente del principio... Si en "Eva" el erotismo ya era mayor que en "Falcó", tengo  la asensación de que "Sabotaje" crece también en este aspecto. Hay sexo más explícito que en las dos anteriores aunque el escritor sabe no traspasar las líneas rojas que separan con precisión el erotismo de lo que deja de serlo por caer en la procacidad y el mal gusto. Sigue Pérez Reverte en esta entrrega disfrutando con la estética pulp o hard boiled tan popular en la época en la que se sitúa el relato.
[puro hard boiled] "De pronto se sintió en plena forma: contento de estar vivo y de que nadie lo hubiera quitado de enmedio todavía. Con muchos kilómetros de tren por delante. Aún de rodillas sobre la alfombra junto a la litera, se despojó despacio de la ropa y luego, con toda calma, tenso y dispuesto al combate, se deslizó junto al cuerpo cálido de Nelly, rozándolo con una una prolongada caricia pero encaminándose hacia la amiga, que retrocedió un poco para recostarse en el mamparo, mecida por el traqueteo del tren y el sonido rítmico de los bogies mientras le ofrecía. oscuros, entreabiertos y desamparados entre las medias negras, sus secretos insondables." (pág. 68)
Prosiguen en este relato todas aquellas características del thriller y de la novela negra clásica que ya señalé en los análisis de "Eva" y "Falcó".[leer reseñas de una y otra novelas aquí y aquí] Por ello no voy a repetirlas ahora. Me parece más interesante señalar aquellos aspectos desconocidos por mí que la novela me ha mostrado. Señalaré algunos:
  • Detalles de la Guerra Civil sobre los que poco o nada se dice: Desconocía por completo que
"El SNIO estaba al corriente de que el 4 de enero, después de un bombardeo nacional sobre Bilbao, al gobierno autónomo vasco se le había escapado la situación de las manos. Milicias de la UGT y la CNT, enviadas a las cárceles para proteger a los prisioneros, se habían dedicado a fusilarlos en masa ante la pasividad de gudaris y ertzainas: doscientos presos asesinados a sólo diez minutos de la sede del gobierno." (pág. 23)
  • Tampoco había llegado a mis oídos noticia alguna de lo que fuera la Cagoule. Me he topado con esta organización fascista francesa cuando Falcó dialoga con el personaje de Verdier perteneciente a la misma. Y así con más cosas.
Siendo interesantes estos detalles bélico-políticos a mí personalmente me han  interesado mucho más las alusiones, referencias o citas literarias que por toda la novela esparce el autor. Las hay de autores bien conocidos por mí como cuando Leo Bayard dice tener al día siguiente una reunión con Gide y Mauriac, o cuando el mismo Bayard hablando con Falcó sobre la Guerra de España le dice: "«Es asombroso que los seres humanos, que viven tan poco tiempo, se esfuercen en causarse mutuamente tantos dolores»... Lo escribió Somerset Maugham" (pág. 96). Me ha llamado mucho la atención la opinión que sobre el poeta Rafael Alberti deja caer Sánchez, un agente radicado en París al servicio del gobierno de Franco que facilita la comunicación de Falcó con sus jefes. Es una opinión drástica que ya he leído en muchos otros lugares y que yo comparto con salvedades importantes (me refiero a dos o tres de sus primeros libros publicados: "Sobre los ángeles", "Marinero en tierra" y quizás "El alba del alhelí", poemarios todos ellos aparecidos en la década de los 20 antes de su radical posicionamiento y activismo político):
"—Por no hablar de ese Alberti —añadió, ácido—. Un mal poeta comunista que se pasea por Valencia pistolón al cinto, del brazo de su mujer, denunciando a gente honrada y pavoneándose en los cafés sin haber visto el frente más que de visita, para arengar a los camaradas proletarios... Si mi pluma valiera tu pistola, ha escrito el muy sinvergüenza." (pág. 277)

Foto tomada de http://elpais.com (4/5/2013)

Otro escritor muy conocido, valorado y apreciado por mí [leer reseña en mi blog sobre "A sangre y fuego"] es Manuel Chaves Nogales, hoy tan citado por un sector de nuestros políticos, de quien se toma una novela como base para codificar y descodificar las comunicaciones que se transmiten en clave Falcó y sus jefes en Salamanca:
"—¿Qué clave usaré?
—La Soria 8, que es nueva y aún no la manejan los rojos. El libro código es 'La bolchevique enamorada', de Chaves Nogales... Es una novelita corta del año treinta" (pág. 52)
Pero también ha habido autores desconocidos para mí cuyo nombre he aprendido. Concretamente dos han llamado mi atención: Joaquín Belda, novelista también de Cartagena, muy popular en ese momento ("más sobada que una novela de Joaquín Belda", dice el personaje de Sánchez hablando con sarcasmo de una agente secreta italiana capturada meses antes); y Guido de Verona, novelista italiano, al que alude el Jabalí, jefe de los Servicios Secretos de la zona nacional de quien orgánicamente depende Falcó, viendo la tranquilidad que se respiraba en la playa de la Concha en la que "había niños que jugaban en la playa, familias y ociosos paseando como si la guerra no existiera" (pág. 27)
"—Mecanógrafas que leen a Guido da Verona y dependientes de comercio que escriben cartas de amor a Claudette Colbert... -emitió una risita agria, entre dientes-. Creen que la vida es divertida, los muy estúpidos. Ignoran que sólo es divertida para desaprensivos como tú" (pág. 27)
Igual que con la literatura sucede con el cineal que el novelista alude con frecuencia citando nombres de artistas populares como se ve en la cita anterior cuando nombra a Claudette Colbert y también títulos de películas que por entonces arrasaban en taquilla como "Tres lanceros bengalíes". Hay que tener en cuenta que en el momento en que se sitúa la novela el Cine era sin duda alguna la diversión más popular.
Si hay algo que Pérez Reverte emplea magníficamente para situar la historia debidamente en el tiempo, ello es la música. Son varios los títulos de temas y los nombres de artistas que se citan creando de esta manera el pretendido canalla aspecto de los clubes de alterne parisinos de los años 30, concretamente de 1937, en que se desarrolla la acción:
Por último no quisiera cerrar este post sin incluir una muestra de las descripcionesque hace el autor en "Sabotaje" y en general en todas las novelas de la Serie Falcó. Creo que es en las descripciones donde un escritor de narrativa se la juega. Cuando las descripciones fluyen, se leen con sumo gusto, y crean debidamente la atmósfera en que se produce la acción la novela conquista al lector, lo atrapa, lo hace suyo. Es lo que logra Arturo Pérez Reverte y hace que sea un novelista popular hacedor de libros best sellers de calidad contrastada. Sirvan estas dos descripciones de ambiente nocturno, -uno canallesco y el otro refinado y de alta sociedad-, de ejemplo de lo que digo:
  1. "Asintió Falcó, nostálgico, recordando el club de Acajou en la Jägerstrasse: las lesbianas que bailaban emparejadas, los travestis a los que había que separar para que no se arrancaran el pelo cuando discutían, los reservados con infiernillos para hervir jeringuillas y coquetas cajitas de preservativos. Y en torno a la pista y el escenario donde bailaban coristas semidesnudas, entre la música y los taponazos de champaña, trajes de etiqueta, seda, perlas, cigarrillos egipcios y abrigos de visón que al entreabrirse mostraban medias y ligas negras en cuerpos de mujeres que —al menos en el caso de Falcó, o de Juan Ortiz— nunca decían que no." (pág. 144)
  2. "Música, humo de tabaco, conversaciones. Mucho atuendo informal mezclado con corbatas y chaquetas oscuras con hombreras americanas. Traficantes de cocaína, blanqueadores de cheques, diputados gubernamentales que olían el vino antes de probarlo arrugando la nariz como si hubieran nacido en un château, compartían ambiente con individuos vestidos de etiqueta que hablaban de jazz, automóviles rápidos y fluctuaciones de moneda, y con mujeres que habían dejado su armiño en el guardarropa" (pág. 204)



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