Lo central, ante un acto que realizamos que no nos agrada, noto que es salirse del empecinamiento, de arremeter por la misma vía una y otra vez, poder salirse del automático en el que, desde luego, todos encontramos comodidad de estar.
El piloto automático se dispara cuando una acción la conocemos de memoria y actuamos sin plena conciencia de los pasos que estamos dando para llegar al resultado esperado, sino por la inercia misma de los acontecimientos lo hacemos y ya.
Reparar en que los pasos de velocidad de un auto se llaman cambios, y que el contrario a hacerlos es el caso de una caja automática ayuda a entenderlo un poco más.
Automatizar, fijar una forma constante y repetitiva de hacer las cosas nunca genera un beneficio mayor que buscar nuevas alternativas al planteo que nos aqueja.
Saliéndose del automatismo es que se puede ver lo que nos tiene enrollados sin necesidad mayor que oprimir lo que bajo un estado natural pide salir.
Hace falta verlo, observarlo, darse cuenta, para divisar un cambio posible.
Sino, todo sigue con su regularidad periódica y nada logra hacer efecto.
Los recursos que tapan suelen ser los más a mano para evadir aquello que alguna vez nos veremos forzados a distinguir.
¿No pensás caer? ¿Te gusta que sea a la fuerza o preferís reaccionar, sacar el automático, y ver qué te pasa? Te pasa, nos pasa, el mundo es como lo observás, y si en algo nos ayuda el otro es a salirnos de un criterio único.
Sacá el automático. Cambiá.