En un monasterio había un sacerdote que acostumbraba a bañarse todas las
noches en su tina ayudado por una hermana religiosa, quien había sido
educada en ayudar al padre sin pudor, en lo que necesitara durante su
baño cotidiano.
Una mañana la hermana se encuentra con la madre superiora y le dice:
- Madre, ¡he sido salvada!.
- ¿Pero cómo ha ocurrido tan magno evento, querida hija?.
- Anoche, mientras ayudaba al Padre José con su baño, él tomó mi mano y la llevó hasta su entrepierna y me dijo:
-
"Esta es la llave del cielo y será necesario probarla con tu cerradura
para ver si las puertas del cielo se abren para tu salvación".
La madre superiora dijo:
- Este viejo desgraciado... ¿y qué más pasó?.
-
Bueno probamos la cerradura; al principio dijo que dolería un poco,
pero que el camino al cielo era difícil y doloroso, pero que al final
sentiría un gran placer.
- Ay, mugre viejo desgraciado... dijo la
madre superiora... y a mí me tenía engañada con que era la trompeta del
arcángel Gabriel y se la estoy soplando desde hace 20 años.