Revista Deportes
"No puedo ofrecerte dinero, pero sí jugar y que lo ganes en un futuro"
Con estas palabras, el que por entonces era el técnico del Rayo Vallecano, José Ramón Sandoval, sedujo al que pocos días después se convertiría en uno de los mejores fichajes de las últimas temporadas por Vallecas. Michu, como se le conoce por estos lares, decidió aislarse de todo, dejar atrás la temporada anterior y desconectar del Mundo. Más de dos semanas de llamadas del técnico de Griñón hasta que por fin, el asturiano contestó. Su última campaña en Vigo acabó con un final triste, uno de esos que cualquier jugador nunca desea vivir, el Granada se convertía en equipo de Primera División y el Celta permanecería en la categoría de plata, la suerte de los once metros así lo quiso y Michu erró el último lanzamiento. Pero el fútbol le tenía deparado algo mejor, le debía una. Y Michu la cobró.
Nacido en Oviedo en 1986, Miguel Pérez Cuesta forjó en el trabajo toda cosecha que después recogería. Luchador, comprometido y siempre remando por el bien común, primero el equipo y luego la persona, primero los colores y luego él. Así es Michu fuera y dentro de la cancha. Un jugador respetado y aclamado por su gente, querido por los que le ven correr y aplaudido por los estadios que le vieron pelear. Un guerrero del balón.
En 2007 emigró a Vigo. El Real Oviedo volvía a la Tercera División y su canterano no continuaba. Allí había crecido y su aportación, juego y goles, habían ayudado al equipo de su corazón a volver a Segunda B, el descenso le empujó a salir pero como decimos, su corazón seguía, y sigue, allí. Volverá.
Tanto es su sentimiento y compromiso que el asturiano rechazó la Primera División allá por enero de 2010. El Sporting llamó a su puerta pero Gijón no era su ciudad. El primer tren con destino la élite pasaba y Michu decidió no subirse. Al siguiente le dijo sí. La propuesta del Rayo y la confianza de Sandoval fueron motivos suficientes para viajar a Madrid, olvidar su playoff de ascenso con el Celta y honrar a la franja del barrio vallecano. Y la honró. Y Sandoval no mentía, le haría ganar mucho dinero.
El técnico decidió que Michu sería su delantero en la vuelta del Rayo a Primera División. Un futbolista con llegada, poderío físico y que sorprendía desde atrás. En Vigo ocupó un rol más defensivo en el centro del campo, aunque poco a poco sus cualidades le empujaban al área rival. Sandoval lo aprovechó y el Rayo se benefició. Aquel debutante en Primera a la edad de 25 y que lucía melena rubia y unas dotes atacantes dignas de pelear por cotas más altas, anotaba 16 dianas y junto a Diego Costa deleitaban a la parroquia vallecana. El Rayo continuaba en lo máximo, Sandoval abandonaba el club y Michu buscó nuevas aventuras. Varios ofrecimientos, propuestas y nuevas opciones en el horizonte del de Oviedo. Finalmente la Premier disfrutaría, los cisnes de Gales, con Laudrup a la cabeza, se llevaban al que para muchos sería el mejor fichaje de la temporada. Atrás dejaba a Oviedo, Vigo, Vallecas y a sus fieles aficiones que siempre le aclamaron. El Liberty Stadium no tardaría en hacerlo.
Quizás la famosa meritocracia de Del Bosque fuera la única pieza por encajar en el puzzle de Michu. Una temporada de auténtico nivel en una de las mejores ligas del Mundo no le valían para ser internacional. Al menos en el momento en el que debía serlo. Al menos en el mejor momento de su carrera. Michu no bajaba los brazos y seguía haciendo historia, marcando tantos y ganando el primer título en la historia del club de Gales. La oportunidad no acaba de llegar, pero un trabajador nato no podía bajar los brazos. Una lesión le apartó de los campos y quién sabe si le pudo alejar más de la convocatoria de un Vicente Del Bosque que quizás, nadie lo sabe, agradeció que Michu dejará de hacer méritos para ser citado. España nunca tuvo un delantero con un puesto asegurado, David Villa y Fernando Torres no pasaban por sus mejores momentos, Llorente no tenía minutos y Negredo y Soldado no convencían al marqués. Finalmente los de siempre viajaban con La Roja.
La oportunidad llegó el 6 de octubre de 2013, curiosamente Michu no atravesaba su época más dorada y ahí fue cuando Del Bosque cubrió el expediente. Convocatoria frente a Bielorrusia y Georgia. Debut gris, gracias y hasta pronto. ¿Qué hubiera sido de Michu con la oportunidad que merecía y cuando la merecía? Nadie lo sabe pero Oviedo, Vallecas o Swansea podrían responder. Michu cumplía un sueño a base de luchar y luchar, otro más.
"Es la magia de apostarlo todo por un sueño que no ve nadie. Nadie excepto tú"
Aquellos conceptos defensivos de su época como pivote son una bocanada de aire para cualquier ataque. Trabajo y recuperación en faceta ofensiva. Físico ideal, fútbol de contacto, presión y entrega. Competitivo, bregador y no exento de técnica, gran instinto goleador y especialista en balones aéreos. Potente y siempre buscando la mejor opción de pase, desmarque y anticipación. Como centrocampista ofrece llegada y capacidades para dirigir y ayudar en tareas organizativas. Como delantero trabajo y gol. En las islas supo aprovecharse de todo esto y superó las cifras logradas en España.
Nunca fue el futbolista con más calidad técnica y nunca decidió apostar por las frivolidades o extravagancias. Sus capacidades, sudor y compromiso son la mejor receta y con la que Michu tocó el corazón del aficionado. Nadie puede recriminarle nada y eso siempre se recordará. Así en el fútbol como en la vida, imiten a Michu: trabajen y sus sueños se harán realidad.
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