En el mes que transcurrió entre fines de febrero y fines de marzo de 2014 Europa sufrió una sacudida geopolítica como no la había vivido desde la disolución de la URSS. Ante los inesperados sucesos de Kiev y la deposición del gobierno ucraniano, Rusia tomó de sorpresa a las potencias europeas y a los EEUU pegando un golpe de mano militar que pasará a la historia por su originalidad táctica. La primera vez en la historia moderna que un ejército masivo y profesional invade un territorio sin utilizar distintivos nacionales. Al margen de legitimidad y moralidad que puedan tener las acciones sucedidas, los rusos sin muchos eufemismos de los que se usan comúnmente por las potencias para legitimar una invasión, sino simplemente invadiendo, a secas, a la manera rusa, han hecho que Crimea pasara nuevamente a formar parte de Rusia. Otro hecho es que según encuestas realizadas en Rusia, 9 de cada 10 rusos apoyaron las acciones de Putin en Crimea.
Tanto sacudió Rusia a la vieja Europa que hasta el arquitecto Fernández-Galiano dedico uno de sus artículos en El país de Madrid a un análisis de fondo sobre el tema (ver nota). Fernández-Galiano había dedicado en el lejano 1991, apenas unos meses antes del 8 de Diciembre cuando se firmó la disolución de la URSS, una excelente monografía de la revista A&V a la vanguardia soviética. De hecho uno de los mejores trabajos sobre el tema editados en español.
En el momento de escribir este artículo, Crimea pasa a tener el horario de Moscú (una hora más que en Kiev) y el rublo ya es hace días la moneda oficial. Fue un mes convulsivo a nivel internacional, y que muchos analistas consideran como el inicio de un nuevo equilibrio geopolítico mundial. Aunque es improbable por diversos y complejos motivos que se genere una segunda guerra fría la OTAN nuevamente ha comenzado a referirse a “la amenaza rusa”. Un arquitecto moscovita amigo bromeaba a propósito de las declaraciones del secretario de Estado estadounidense, en lo más álgido de la situación, diciendo que si Rusia quería seguir siendo integrante del G8 pues tenía que comportarse como un integrante del G8. – “Pero si es precisamente lo que ha hecho Rusia!…estos occidentales sí que son raros con su lógica!”-
Bromas rusas aparte, durante toda la crisis que como es natural alimentó a la gran prensa internacional, asombrada por la irreverencia rusa la vida en Moscú siguió su curso tranquilo. Los medios de información se entregaban a informar cada uno a su modo y a participar de los grandes juegos de inteligencia y propaganda para manejar la opinión pública. Y los rusos comunes, que han pasado cosas mucho peores, no se alteran fácilmente. Incluida la vida cultural y del mundo de la arquitectura.
Coinciden con el comienzo de la furtiva invasión a Crimea y con el reciente llamado telefónico de Putin a Obama para bajar la tensión y buscar una salida diplomática, dos decretos gubernamentales que pueden significar la salvación de la casa de Mélnikov en el callejón Krivoarvatski de Moscú. El 27 de febrero pasado fue decretado que la casa del arquitecto pasará a ser una filial del Museo de Arquitectura Schusev de la capital rusa. Este decreto tiene significación política e implicó un importante paso práctico para su preservación. Y el 13 de marzo pasado se emitió otro decreto, este a nivel federal por el cual la casa del arquitecto Konstantin Mélnikov se constituye en objeto de importancia federal. Lo que dicho de otro modo significa asignarle legalmente estatus de patrimonio arquitectónico moscovita. De este modo se revierte un proceso que parecía sin marcha atrás y culminaría con la destrucción de la casa. Hace aproximadamente un año se realizó en Moscú un importante movimiento de denuncia de la situación del edificio motivado por la construcción vecina de un edificio cuyas fundaciones hacían desviar un río subterráneo afectando así las fundaciones de la casa de Mélnikov.
Decreto del 13/3 por el cual la casa adquiere la condición de patrimonio cultural a nivel de la Federación Rusa.
Una de las láminas de los planos originales de la casa.
Croquis del arquitecto e los cuales estudiaba su futura casa. La fecha es 1922, el año de la fundación de la URSS. Cinco años antes de comenzar su casa el arquitecto exploraba su proyecto.
Nota de redacción:
Aquí puede verse el texto de Marcel Blanchard de un artículo de marzo de 2013 a propósito de la Casa de Melnikov y su posible desaparición, al cual le seguía la carta internacional para firmar por su preservación.