Este sistema que nos ha tocado vivir es tan irreal que incluso aparenta ser caricaturesco. Miles de ciudadanos se desgañitan en las calles pidiendo más democracia, más castigo a la corrupción, acabar con el fraude electoral y la pantomima de las votaciones cada cuatro años de manera poco más que testimonial. Toman plazas, hacen acampadas y asambleas públicas donde debaten sus propuestas y atraviesan las ciudades españolas con manifestaciones multitudinarias que ya se han convertido en saetas contra la desvergüenza.
Pero nuestros políticos, lejos de oír y escuchar el clamor popular, siguen a lo suyo, con las anteojeras puestas y la zanahoria delante del hocico, sin atender las demandas de la ciudadanía. Pendientes de su propio ombligo como si se tratase del ombligo del mundo, ajenos por completo a las exigencias de sus representados, como si no fuera con ellos. Anquilosados en los viejos engranajes del poder, se niegan a escuchar el grito que desmantela sus intereses. Sordos como tapias en una sociedad que ya es casi un clamor.
Los socialistas, sin digerir aún el varapalo electoral recibido hace un par de semanas, lejos de aprender del escarmiento, se enrocan en los atávicos mecanismos ideados para entorpecer la democracia interna que permita a cualquier militante plantear un verdadero cambio de rumbo, un debate de ideas profundo que regenere el partido y conecte con las aspiraciones de la gente. Lejos de eso, se dedican a poner zancadillas a unas primarias determinadas por el dedazo de las élites, amputando de un hachazo certero las aspiraciones de buena parte de su militancia de remover los anquilosados cimientos ideológicos de un partido que pierde cercanía con los ciudadanos a pasos agigantados.
Hay ocho militantes ya que han anunciado que optarán a las primarias, pero en realidad tienen muy pocas posibilidades de alcanzar los 22.000 avales necesarios para poder optar a competirle el nombramiento a Rubalcaba sin el respaldo del aparato del partido. Y eso los dirigentes lo saben bien, por eso se encargaron de eliminar a la única persona que podía conseguirlo: Carmen Chacón.
En Sevilla, desde las aulas de la universidad han surgido dos: Luis Ángel Hierro y José Carlos Carmona. Los dos tienen ideas renovadas y un proyecto político, los dos están tratando de utilizar Internet y las redes sociales para conseguir el casi imposible objetivo de los avales. Y los dos están igual de solos por el momento ante un aparato especializado en fagocitar todo aquello que surja en contra de lo que piensan quienes de verdad mandan. Os dejo los enlaces a dos entrevistas para que podáis conocer lo que piensan y lo que proponen. Sólo por la valentía de salir a la palestra en momentos como estos ya merecen ser escuchados.
En el otro bando la cosa no es como para levantar esperanzas. Rajoy ha anunciado que efectuará auditorías en aquellas comunidades en las que empiece a gobernar el Partido Popular, lo cual es bastante loable y hasta necesario. Sin embargo ha omitido decir si hará lo mismo en aquellas en las que ya gobierna, entre las cuales se encuentran algunas de las más endeudadas de España.
Y encima se extrañan de que haya tanto indignado en el país.