Hace una semana emprendía el rumbo de vuelta a Madrid después de pasar la Semana Santa en Portugal. Una semana ya... Difícil tarea la de decir sólo una cosa que me gustase de este país que tenemos pegadito, difícil también controlar el paso del tiempo. ¡Qué velocidad!
Por ello, simplemente os cuento que de Lisboa me quedo con el barrio de Belém y con sus Pastéis, si no me dejan elegir más. Y que no he visto más ópticas y "cabeleireiros" (peluqueros) en mi vida que en Cascáis, de donde me hubiera traido la Boca do Inferno a rastras y que cené en un restaurante en el que me esperan hasta dentro de otros 24 años. Que en Estoril arriesgamos y ganamos en el Casino, a pesar de ir en vaqueros, y que gracias a ello cual descubrimos que existe la mousse de manga, y que manga no es la de la camisa ni tampoco el dibujo japonés, sino mango.
Que en Sintra, nos hubiéramos perdido mil y una veces y no hubiera importado... y en la Adega das Caves, comimos como nunca en todo el viaje. Y que de vuelta, paramos en Évora y nos costó volver a subirnos al coche para dar el adiós definitvo al descanso vacacional, pero entonces descubrimos una canción en una remota emisora y eso nos lo hizo más llevadero.
Este es el tema en cuestión, aquí os lo dejo y me despido por hoy deseando que paséis un estupendo fin de semana, ánimo con el curro de hoy, ya nos queda menos!