En el Día Mundial del Refugiado, recordamos que pronto se cumplirán 37 años del abandono por parte del Estado español de la colonia africana del Sáhara Occidental, la posterior invasión marroquí, y que todo ello provocó el desplazamiento de miles de personas a los campamentos de refugiados de Tindouf. A día de hoy el territorio sigue pendiente de un proceso casi eterno de descolonización, y las partes implicadas no han dado en estos últimos años ningún paso significativo para llegar a un acuerdo que respete el deseo de las Naciones Unidas, es decir, la libre determinación del pueblo del Sáhara Occidental.
Pero la anhelada solución política se ve otra vez estancada ya que el Gobierno marroquí acaba de repudiar al diplomático estadounidense Christopher Ross, enviado personal del Secretario General de Naciones Unidas, al que acusa de alinearse con la posición del Frente Polisario y Argelia, ambos partidarios de un referéndum de autodeterminación en la antigua colonia española.
La reacción marroquí se produce después de la adopción, el 24 de abril, de una resolución del Consejo de Seguridad en la que se critica el comportamiento de las autoridades marroquíes hacia el trabajo de los cascos azules de la ONU en la región y hacia los saharauis que viven en el territorio. La ONU también había pedido a Marruecos 'mejorar la situación de los derechos humanos' en el Sáhara Occidental.
Sin embargo, ésta no es la primera vez que una de las partes desacredita a un enviado de la ONU. El antecesor en el cargo, el holandés Peter Van Walsum, fue destituido tras las críticas del Frente Polisario que lo calificaron de plegarse a las tesis marroquíes. Además, la última rueda de conversaciones informales entre Marruecos y el Polisario, que tuvo lugar en marzo pasado en las afueras de Nueva York, volvió a concluirse con un fracaso.
Con la situación estancada al parecer de manera permanente, el conflicto sigue afectando a cientos de miles de personas que siguen viviendo en el territorio del Sáhara Occidental, donde denuncian constantes violaciones de los derechos humanos, y en los campamentos de refugiados saharauis, donde se dan nefastas condiciones de vida para los saharauis.
Pero el Reino de Marruecos no tiene previsto ceder el territorio que obtuvo por la fuerza en noviembre de 1975, cuando lo abandonó el Ejército español, y que es rico en fosfatos, arena y pesca, y por ello plantea un plan autonómico a la antigua región, cuyo sistema se aleja bastante del concepto autonómico español y que rechaza el Frente Polisario. Por su parte, los independentistas saharauis reclaman una solución democrática al conflicto, promoviendo la celebración de un referéndum de autodeterminación con el censo de 1975.
Y mientras llega la solución, el tiempo sigue corriendo a favor de Marruecos que sigue consolidándose en la región y ante sus socios internacionales que le han brindando su apoyo.
El Polisario, con la desventaja de no controlar una zona habitable del Sáhara, se mantiene en su postura de una solución bajo los auspicios de Naciones Unidas, y la República Árabe Saharaui Democrática sigue creciendo en representación entre países africanos y sudamericanos. Ademas, la última gran victoria de los saharauis fue el rechazo por parte de la autoridades de la Unión Europea de prorrogar el acuerdo pesquero con Marruecos, el cual incluía las aguas del Sáhara, cuya soberanía sigue en proceso de descolonización.