En este paseo por la ciudad charra y a tan solo cincuenta metros de la Plaza Mayor me sorprendió encontrarme con un palacio que llamó mi atención, el Palacio de Monterrey. Me entero de que es una de las obras más representativas del Renacimiento Español, a pesar de estar inacabado porque solo se edificó un lateral.
El centro de Salamanca es sorprendentemente bello, más aún cuando todos los edificios, tanto religiosos como civiles, parecen del mismo colorido, la clave es su piedra, que procede de Villamayor de Armuña, pueblo salmantino cercano a la capital.
No es de extrañar que el Palacio de Monterrey haya sido un palacio muy admirado e imitado para la construcción de otros palacios, tanto en Hispanoamérica como en España, y de que diese nombre al estilo Monterrey o neoplateresco. En él se fijaron diversos arquitectos, como el de la diputación de Palencia, el del Museo Arqueológico de Sevilla y varios de la propia Salamanca.
Su emblemática torre me recuerda a las torres del Palacio de la Diputación de Palencia, a pesar de que el de Palencia es un edificio modernista y el de Monterrey renacentista.
El palacio es propiedad de la Fundación Casa de Alba, que lo posee como uno de sus lugares de residencia. Cuenta en sus torres con espectaculares miradores desde las que se divisa el centro de la ciudad.
No me extraña que Don Miguel de Unamuno pasara a diario por delante del palacio para admirar su torre señorial.
Merece la pena visitar su interior y admirar los numerosos escudos de diferentes familias nobles mecenas de la ciudad, sus valiosas obras de arte, tanto en muebles como en tapices, porcelanas, lienzos y esculturas de grandes artistas.
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CURIOSEANDO POR SALAMANCA - ALFONSO SANTAMARÍA DIEZ