Los cambios en la atmosfera socioeconómica nicaragüense se encuentran acentuados por una generalizada sensación de ansiedad, es un tema que circula sin cese en la psique de los ciudadanos de esta nación, una polémica silenciosa que se manifiesta a través del susurro de un bolsillo objeto de inanición financiera. Resulta evidente que sus necesidades querido lector no comparten exactitud con las de otro, dichas diferencias se trazan inequívocamente mediante el poder adquisitivo, grosso modo, con sus ingresos.
El salario y su entrada mensual/quincenal al patrimonio representa su sostenibilidad con respecto a la calidad de vida actual y el costo de esta, es decir, ¿Por cuantos insumos puede pagar para sobrevivir?, y si fuera el caso, ¿Por cuantos para vivir “bien”? ¿Qué es vivir “bien” u “óptimamente”?, ante estas interrogantes se tiene infinidad de respuestas, por supuesto, el termino utilizado resulta ambiguo y subjetivo a todas luces, por tanto definiremos “bien” dentro de un campo económico promediado para lo que usaremos el precio de la Canasta Básica (CB) como referencia, siendo esta la otra cara de la moneda junto al salario, ambas destinadas en su concepción lógica a permanecer en equilibrio, con cierto grado de tolerancia ante las fluctuaciones previsibles.
En la segunda mitad del 2017, el precio de la CB promediaba los C$ 13,000.00 adheridos a un conjunto de bienes destinados al consumo en un hogar de 4 personas en general, ósea familias y teniendo en cuenta que aproximadamente el 48% de la población nicaragüense oscila entre los primeros años de vida y los 24 años según cifras del Banco Mundial en 2016, la posibilidad de que solamente dos personas de ese hogar sean activas laboralmente es muy alta, dejando así en total dependencia a dos personas posiblemente menores y/o estudiantes.
Ósea una deuda, una carga, un gasto de aproximadamente C$ 6,500.00, era (porque muy probablemente ahora es más) lo necesario para sobrevivir junto a su familia, puesto que estaría envuelto en un ciclo mes a mes, sin poder realizar planes a futuro con un soporte financiero palpable, porque no le da para más. Un escenario bastante pintoresco y exacto, lastimosamente la realidad ofrece otra perspectiva incluso más deprimente.
Los ciudadanos se ven obligados a tomar un poco de cada sector de la CB, un poco de alimentos, un poco de utensilios para el hogar y una o dos “mudadas” con mucho sacrificio, pero ¿Por qué? ¿Por qué no comprar la CB en su totalidad?
Simplemente porque el dinero no da para comprarla, de acorde al acuerdo emitido por el Ministerio del Trabajo el primero de marzo de 2018 sobre los Salarios Mínimos (SM), el promedio hasta el primero de agosto del mismo año es C$5,888.419, siendo el mayor de estos el del Sector Construcción con cuasi C$ 9,000.00 mensuales y el menor el Agropecuario con C$ 3,970.05. Partiendo del promedio, y con el modelo de familia preestablecido se obtienen C$11,776.838 dejando un déficit del 9.4% con respecto a lo necesario para comprar la CB. Podrá considerarse algo minúsculo sin valor u omisible, sin embargo, nos muestra evidentemente que las personas en su mayoría no pueden acceder completamente a la CB, algunas siquiera consiguen comprar la mitad.
Los niveles de inflación no reflejan nada porque sonreír, el córdoba se devalúa día a día con respecto al dólar, la crisis sociopolítica actual, deterioró por completo la imagen del país ante el foco internacional, la inversión extranjera y el turismo le siguieron. Lo único rescatable de los últimos años es un incremento al Producto Interno Bruto (PIB) que a mi parecer es producto de perpetuidad admistrativa, pero eso será tema de otro escrito.
Probablemente, la salida se encuentre en el sector poblacional más abundante de la sociedad pinolera y la inversión aplicada en esta. La educación, la llave que abrirá más puertas.