Revista Política

Salarios por debajo del IPC o como repartir las pérdidas en la economía de la forma más equitativa posible

Publicado el 05 enero 2012 por Trinitro @trinitro

Salarios por debajo del IPC o como repartir las pérdidas en la economía de la forma más equitativa posible
Sigo creyendo que la solución a la crisis no pasa por reducir los salarios. Que aunque el mercado laboral tiene disfunciones en situaciones de crisis ninguna reforma laboral va a generar un solo empleo. Menos aún con propuestas como con las que nos encontramos en el 2010. Pero en este artículo analizaré como no hay más remedio que aceptar una reducción de salarios como alternativa a males mucho peores.

Ámbitos de fondo que han de solventarse para afrontar la salida de la crisis

Hay tres temas que no tienen que ver con el mercado laboral que son los que han de resolverse para poder comenzar a crear empleo.

1.- La burbuja inmobiliaria ha de terminar desinflándose. Y esto es lento, las burbujas inmobiliarias en el siglo anterior han tardado en desinflarse más de 5 años. La vivienda es un bien que se puede retener la venta durante cierto tiempo, no se degrada demasiado (como un vehículo) y la mentalidad de “con el tiempo la vivienda se revalúa” cuesta mucho erradicar. Mientras los cientos de miles de viviendas que no se están vendiendo y que tienen bancos, cajas y particulares no bajen sus precios a niveles en los que comience a haber compra, todo el sector de la construcción irá cojo y la deuda privada española seguirá dando mucho miedo por no saber hasta que punto es el nivel de apalancamiento de nuestra deuda. Las entidades que han dado créditos a bancos y cajas españolas para transformarla en crédito a ciudadanos para la compra de vivienda tienen miedo y no saben cuanto han perdido en el infierno del ladrillo español. Hasta que la burbuja no termine de pinchar, el miedo, la duda y la desconfianza imperarán. Aquí no hay mucho que hacer, francamente, el mercado atenuará los precios pero a un ritmo anémico, tal y como denuncian algunos portales inmobiliarios. Si esta burbuja inmobiliaria es parecida a anteriores episodios, hasta finales del 2013, 5 años después de que comenzara la crisis, no se equilibrará la situación.

2.- Se ha de solventar la crisis de deuda pública. Hay dos formas, una muy dolorosa y otra peor. La primera pasa porqué el BCE haga su trabajo y se ponga a dar créditos, se acuerden los eurobonos que respalden las deudas soberanas ? toda la zona euro y se converja fiscalmente en la zona euro. Todo esto significan tres cosas: inflación, incremento de impuestos en los países como España y devaluación a la práctica del euro. Todo esto tiene efectos negativos que no podemos negar, pero conseguiría frenar la espiral de desconfianza en la que se encuentra la deuda pública. Estamos en una crisis de deuda pública provocada en gran parte por una burbuja crediticia inmobiliaria, y siempre que esto ha pasado se produce una crisis de deuda pública. Sabiéndolo sigo haciéndome cruces como los eurolíderes no han encontrado soluciones serias. La alternativa es alargar la crisis durante 5 años más que es lo que tardaríamos en equilibrar en pleno decrecimiento el gasto público con los ingresos, perdiendo por el camino más de la mitad del estado del bienestar que hemos conocido. Eso si no se produce una fractura social y altercados sociales de tomo y lomo. La última vez que el mundo tomó por esa línea terminamos con una segunda guerra mundial y aunque hoy las instituciones internacionales y la capacidad de las democracias de poder canalizar los conflictos de forma institucional y no a través de la violencia es mucho mayor no podemos aspirar a que la delgada línea multicolor aguante infinitamente.

3.- Se ha de reformar el sistema financiero y fiscal. Una parte importante de la responsabilidad de la crisis está en los incentivos que ha tenido el sistema financiero. Los banqueros no son seres malvados que pretenden enriquecerse haciendo encarecer las viviendas y luego cuando todo peta quieren que les rescate. No hay un plan secreto para acabar con el estado del bienestar. Simplemente los incentivos que han tenido durante la época de vacas gordas son los que han sido. Si la consigna ha sido liberar de impuestos las transacciones financieras, liberalizarlas, reducir controles (que según el pensamiento convencional añadían costes innecesarios). Si hemos apostado por una fiscalidad más escuálida y menos redistributiva. Si los bancos han tenido incentivos para inyectar deuda a ciudadanos que no tenían capacidad objetiva de devolverla al primer bache ya que el riesgo de toda deuda recaía solo en el demandante del crédito. Si el sector público ha colaborado y ha ayudado a generar burbujas crediticias por él mismo, a facilitar suelo para construir sin ton ni son. Si los incentivos que tienen las administraciones locales para recaudar es hacer promociones inmobiliarias. Si todo esto ocurre es muy normal que personas totalmente racionales y no necesariamente malvadas hayan tomado las decisiones que han tomado. ¿Porqué invertir en economía productiva o en I+D y complicarme la vida si puedo sacar mejores rentabilidades en ladrillos? ¿porqué voy a preocuparme por si mis movimientos especulativos pueden generar externalidades negativas si los hago sin pagar un solo céntimo de €? ¿porqué preocuparme si soy un político electo por hacer que las cuentas públicas cuadren con los ingresos en época de vacas gordas si puedo conseguir dinero casi gratis de los bancos o siempre puedo impulsar una promoción que me retorne impuestos extraordinarios para cubrir ese déficit? ¿porqué preocuparme en hacer que mi empresa tenga productos de mayor valor añadido si la burbuja crediticia hace crecer mis beneficios sin preocuparme de aspectos endógenos complicados?. Se han de introducir mecanismos que eviten crisis futuras o las atenúen, formas de repartir más equitativamente el riesgo crediticio entre bancos y prestatarios (dación en pago, por ejemplo), tender a mecanismos que graven los movimientos especulativos (¿tasa Tobin?), mecanismos que limiten el endeudamiento en períodos de crecimiento para que las administraciones no sean procíclicas, etc.. La lucha contra el fraude fiscal ha de ser esencial, no solo por su mejora de ingresos para redistribuir sino porqué hace aflorar economía sumergida y actividades que tienen externalidades negativas que ahora no están gravadas (parte de la burbuja crediticia se ha hecho con dinero que necesitaba ser blanqueado).

Y a todo esto, la crisis termina afectando al mercado laboral y la economía productiva

Bien, todo lo que he planteado que son problemas de fondo, el mercado laboral y la economía productiva no aparecen casi para nada. La crisis no está fundada en salarios o en que los empresarios en general hayan especulado. Acusar a la CEOE, a los empresarios, a los salarios o a los sindicatos de la crisis (o de no saber resolverla) es como acusar a la asociación de fiscales que el código penal es laxo con determinados crímenes. Pero queramos o no, todo lo anterior que se ha planteado no hay soluciones fáciles y los pasos que se dan no son suficientes, sino tímidos y los efectos se notan en el medio y largo plazo. Por tanto la economía productiva y los mercados laborales heredan una situación muy grave que tiene su efecto más real en cuestiones que afectan muy directamente al mercado laboral y la economía productiva:

- Caída de la demanda de servicios del sector público que hace que la economía se contraiga.

- Dificultad para acceder al crédito a empresarios, trabajadores autónomos y cualquiera que quiera realizar una actividad económica en este país.

- Caída dramática de determinados sectores (construcción, promotoras, banca privada, etc..) que estaban tirando del carro de otros sectores.

- Se entra en una espiral de desconfianza en el consumo fruto de la destrucción de puestos de trabajo, pérdida de beneficios, etc.. que lastra la recuperación. La gran repetida “caída de la demanda interna” que algunos consideran “causa de la crisis” y yo más bien la llamaría “efecto amplificador” de la crisis.

Como resultado total, las empresas pierden dinero y esta pérdida se traduce en destrucción de puestos de trabajo, empresarios arruinados y trabajadores autónomos que pierden su modo de vida. Ninguno de estos empresarios, autónomos y trabajadores es culpable directo de la crisis, al menos en lo que su actividad productiva se refiere. Los salarios han crecido de forma razonable, e incluso, por causas de cambio de estrategias del capital y de la mayor capacidad de apropiación que tienen las altas direcciones y altos cargos en las empresas, han perdido peso en la economía nacional. Los empresarios que más empleo generan (Pymes) han presentado cuentas de resultados más o menos saneadas, más allá de los sectores vinculados a la burbuja inmobiliaria, han pagado sus impuestos y en general han ido participando de una negociación colectiva razonable, han generado un crecimiento del empleo no visto en toda la historia de España. Los sindicatos han practicado una moderación salarial que ha evitado que la inflación se disparara y ha facilitado esta creación de empleo, incluso haciendo que la productividad creciera de forma bastante aceptable. Esto no quita que haya problemas, algunos asociados a los incentivos de la burbuja crediticia como los incentivos endémicos a no hacer más competitiva la economía española, o los asociados a no buscar una menor dependencia de la demanda interna y un problema de mercado laboral dual, pero siendo estos problemas endémicos serios y necesitaban ser afrontados NO son la causa de la crisis en la que estamos.-

¿Porqué el mercado laboral, los salarios y la economía productiva ha de pagar la crisis?

Es la pregunta que se hacen todos los ciudadanos cuando ven que los trabajadores van al paro, que los empresarios de Pymes quiebran y que la economía productiva va mal, mientras “los grandes causantes” parece que quedan impunes. Pero esto no es un debate moral, al menos cuando vamos a poner la lupa en la economía productiva. Sí, los trabajadores que han sido despedidos, al menos en cuanto a su cualidad de trabajadores, no tienen la culpa que la economía se haya ido al garete. Pero al igual que las víctimas de un terremoto no son culpables de que las placas tectónicas decidan agitarse, quedarnos en un análisis moral no nos sirve.

La economía productiva y los empleos asociados a esta se ven perjudicados por la crisis y toda la retórica que hagamos no va a cambiarlo. Queramos o no, durante la crisis el mercado laboral, la economía productiva, los salarios, el empleo, todo esto se verá afectado. Lo que le quedan a los agentes sociales (patronales y sindicatos) y los actores económicos (trabajadores y empresarios), es repartirse la pérdida.

Cuando la economía productiva se hunde esto se traduce en tres puntos:

- Pérdida de beneficios empresariales que pueden terminar llevando a la destrucción de empresas.

- Destrucción de puestos de trabajo.

- Reducción real de salarios, ya sea por la desaparición de la parte de retribución variable, incentivos, o mecanismos de flexibilidad interna que llevan a realizar ERE temporales, reducción de jornadas pactadas o bien el acuerdo de reducción de salarios ya sea en el nominal (caso muy raro) como en el real.

No hay más. Pretender que en plena crisis el sector público “subvencione” la pérdida es creer en las hadas. Puede hacerse puntualmente en determinada empresa o sector (y tengo mis dudas de los beneficios que esto genera, y a algunas herramientas de prejubilación de la banca me remito). Una crisis crediticia, lleva a una crisis de empleo y de economía productiva y a su vez conlleva una crisis de deuda pública como estamos comprobando.

La crisis solo tiene tres formas de canalizar las pérdidas: derruir beneficios y capital empresarial, destruir empleos, reducir salarios.

Analicemos las tres formas:

- Derruir beneficios y capital empresarial. La economía española no es muy incentiva en capital en muchos sectores, aún en los sectores donde la parte de “capital” es importante, el tamaño de las empresas españolas es pequeño. Por tanto pretender creer que los empresarios, en general, tienen unos márgenes holgadísimos y que están destruyendo puestos de trabajo y no contratando cuando podrían hacerlo por puro divertimento es ser poco honesto. Los datos claman, la destrucción de empresas, en especial de pequeñas y medianas donde los márgenes son mucho menores son datos claros. Los empresarios ya están canalizando su parte de pérdidas. Es cierto que hay quien ha guardado sus beneficios de épocas de vacas gordas en paraísos o siguen defraudando a hacienda, pero esto es otro problema que los políticos aún no han querido afrontar: luchar seriamente contra el fraude fiscal en España, que haya determinado empresario que aún se esté enriqueciendo y especulando no implica que en general hoy en día los empresarios, trabajadores autónomos, emprendedores, etc.. se están comiendo por pura dictadura del mercado su parte de pérdidas. En las empresas grandes donde hay mayores márgenes, la mayor presencia sindical y de control permite que las pérdidas se canalicen también de mejor manera.

- Destrucción de empleo. Si hay algo evidente es que los trabajadores están pagando en sangre la parte de pérdidas que tiene la economía productiva sobretodo en desempleo. Un desempleo que además está yendo de forma asimétrica hacia los trabajadores menos productivos, los más jóvenes y los de determinados sectores.

- Reducción de salario. Los trabajadores de empresas medias y grandes y también los de la administración pública, están canalizando parte de la caída en la parte salarial. Allí donde hay márgenes para negociar, contraparte sindical y empresarios formados y con márgenes para jugar, se ha traducido la caída más hacia ERE temporales (que no deja de ser una forma de reducir salarios), jubilaciones anticipadas (que en el fondo es una pérdida económica para la persona que opta por esta vía), pérdida de incentivos y componentes variables del salario (que se produce más en la empresa grande), negociación de salarios a la baja y a la práctica se ha visto reforzado por una negociación colectiva que ha contenido los crecimientos salariales ya desde el 2009.

Crecimientos de salarios por debajo del IPC como una forma de repartir las pérdidas de forma equitativa.

Recientes declaraciones de Cándido Méndez, secretario general de la UGT sobre que se aceptaría negociar salarios por debajo del IPC, que a la práctica es aceptar una caída de salarios reales, ha provocado un cierto incendio entre la opinión pública y los garantes de la verdadera izquierda. Traición, rendición, etc.. son los apelativos que se le dan al dirigente sindical.

Todo estos mensajes se han ido dando obviando algunas cosas. Que a la práctica es lo que se ha ido haciendo desde inicios del 2009. Se ha jugado una estrategia negociadora que ha intentado evitar que “con la excusa de la crisis” los salarios no se recorten alegremente y se ha mantenido la presión en miles de empresas donde se ha intentado esta estrategia (con conflictos laborales claros y evidentes) con una estrategia de negociación general de contención de salarios. La prueba de ello se concreta en el Acord Interprofessional de Catalunya (AIC) donde introduce mecanismos de flexibilidad interna y de vinculación de salarios a la cuenta de resultados. Es algo normal, en los países donde hay destrucción de empleos, los salarios han caído, el mercado es inapelable (hay más gente dispuesta a trabajar por menos) y los sindicatos son instituciones económicas que responden de forma racional a la situación económica real. Pedir aumentos o no reconocer la situación de crisis es literalmente suicida. La moderación salarial ha sido una realidad desde 2009.

De hecho estrategias que han seguido patronales, empresarios y sindicatos para evitar que las pérdidas se tradujeran en despidos han llevado a que se asuman soluciones alternativas, algunas que afectan a la futura cuenta de resultados de la empresa y a las pérdidas del empresario (se han forzado la búsqueda de mecanismos de viabilidad financiera a través de forzar que el empresario asuma créditos  o se ha forzado a la venta de la empresa a empresarios más solventes como en el caso de Cacaolat) y otras a los ingresos de los trabajadores (Expedientes de Regulación Temporal, reducción voluntaria de jornada laboral, congelación de salarios pactada, gestión de bolsas horarias, acuerdos incluso de reducción de salarios). Todas estas herramientas se han podido aplicar en empresas de tamaño medio y grande, no en las pequeñas. De ahí que la gran destrucción de puestos de trabajo se ha dado en las Pymes, sobretodo en microempresas, mientras las empresas de tamaño medio-grande o grande se han visto más libradas de esa plaga.

Preferir sueldos congelados o reducidos a destrucción de puestos de trabajo.

A todo esto, se puede debatir si es mejor tener trabajadores mejor pagados y parados subvencionados o tener trabajadores algo peor pagados pero con más empleo. Este debate es bastante más profundo que lo que se puede hacer en un blog, hay toneladas de artículos que explican el paro estructural, la tendencia a crecimientos de salarios, etc.. Toda la teoría NAIRU, los modelos Stiglitz-Saphiro de reparto de salarios, etc..

Ahora bien, más allá del debate teórico que hay cuando estamos hablando del paro estructural de diversos países, de la relación con las prestaciones por desempleo, del interés que haya una fuerza que empuje salarios al alza para mejorar la productividad o no, del salario mínimo y su posible efecto en el empleo, etc.. hay una cosa clara. Todo este debate sobre el paro estructural está muy bien cuando los niveles de paro están entre el 5 y el 10%. Cuando el paro está entre el 20%-25% es un debate estéril.

No estamos hablando de como hacer que una persona relativamente sana pueda tener una dieta que mejore su salud y garantice mejor rendimiento físico y una vida más saludable, sino estamos hablando de un herido de gravedad que se está desangrando.

Asumir que es bueno que haya una presión salarial al alza que genere paro estructural porqué ese paro estructural es volátil (hay pocos parados de larga duración) y el perjuicio general es pequeño en comparación con los beneficios derivados de una presión al alza de los  salarios (mejor reparto de la riqueza, mayor satisfacción y productividad del trabajador, incentivos para incrementos de productividad, incentivos para que los empresarios hagan inversiones de mayor valor añadido, reducción del poder monopsonista del empresario, etc..), y querer aplicarlos en este momento es no asumir la realidad económica que tenemos.

Con un 5% de desempleo podemos asumir que el desempleo puede estar bien cubierto, las arcas públicas pueden sostenerlo, y los beneficios a largo plazo en la economía productiva hace que mejore el mercado laboral y la calidad del trabajo. Con un 20% las arcas públicas no pueden sostenerlo, la pérdida de la demanda interna y del consumo lastra significativamente la economía y la agrava, la desconfianza de todos los actores económicos y la incertidumbre dificulta todo (los empresarios no se atreven a contratar aún cuando podrían generar actividad, los trabajadores que pueden consumen menos, los inversores no se atreven a meter dinero).

Por tanto en momentos de crisis, sea el modelo teórico en el que estemos trabajando y la postura ideológica (aunque fundamentada en la racionalidad económica) que queramos, es preferible tener una reducción de X% de salarios que su equivalente en destrucción de empleo. Nos definamos económicamente como chicaguistas, austríacos, keynesianistas, altereconómicos o neoclásicos de toda la vida.

Incluso desde el punto de vista moral. Vamos a hacer un experimento rawliano. Imaginémonos que estamos en una empresa con 6 trabajadores y que sabemos que nuestro jefe va a despedir a uno porqué los ingresos no llegan, ¿que solución más racional nos queda si no sabemos si podemos ser nosotros o no los despedidos? ¿esperar la ruleta y rezar que no nos toque o asumir entre todos una reducción de jornada y salario del 15%?. Es más, incluso a nivel macro y empresarial es mejor lo primero que lo segundo. Los trabajadores que quedan después de un despido sienten más miedo, consumirán menos y serán más conservadores. En cambio aunque es verdad que la reducción de jornada y salario conllevará también un malestar y una reducción del consumo del 15% (de media y asumiendo cierta racionalidad entre los trabajadores), la reducción del consumo de una persona desempleada más la asociada a la incertidumbre de 5 personas que siguen cobrando lo mismo será mayor y más en una situación donde se percibe que no hay posibilidades de colocarse en otras empresas y que mañana puede ser otro el que se le despida. Además, desengañémonos, 6 personas con un 15% de reducción de jornada trabajan y producen más que 5 personas, y más en el mercado laboral español con mucha presencialidad y una relativamente baja productividad por hora: perdemos mucho tiempo en el trabajo.

Canalizar en una situación de desempleo del 20% más parte de las pérdidas económicas por salarios que por despidos es mejor por muchos motivos. No es lo mismo para la generación de confianza entre los empresarios, inversores, trabajadores y consumidores tener un sueldo un 5% inferior y un 15% de desempleo que nuestro sueldo quede intacto pero haya un 20% de desempleo. Sino recordad nuestra mentalidad a mediados del 2009 y las decisiones económicas que tomábamos y la que tenemos a inicios del 2012. ¿Que situación prefieres?. Imagínate ahora otra cuestión. Sin estos ERE temporales, estas estrategias que han seguido sindicatos y empresarios en las empresas medianas y grandes estaríamos hablando actualmente en Catalunya entre 200.0000 y 300.000 desempleados más. Hablaríamos de tasas de desempleo que estarían entre el 25 y el 30%. La estrategia en plena crisis de “salvar empleo a costa de salarios” nos ha alejado del “abismo” y ha limitado la situación a “solo” muy grave.

Pim, pam, pum contra los sindicatos por esta estrategia

Lo sorprendente no es que los sindicatos y empresarios hayan seguido esta estrategia, lo sorprendente es que nos cueste tanto aplicar esta estrategia a los ámbitos donde no hay estos márgenes de negociación. El problema de las empresas pequeñas para adaptarse a la crisis de forma alternativa a la destrucción de puestos de trabajo es un factor de “ampliación” de la propia crisis. Como he comentado arriba, con altos niveles de desempleo no hay modelo económico racional que prefiera que la misma reducción de masa salarial se traduzca en desempleos a reducción real de salarios. Las empresas pequeñas están condenadas a traducir sus pérdidas a despidos al tener menos márgenes para negociar. Durante este 2009, 2010 y 2011 se han intentado negociar propuestas de modificación de la negociación colectiva que permitan extender parte de esta “flexibilidad interna” que han defendido los sindicatos y que ha servido en las empresas grandes a las empresas pequeñas, pero esto es difícil. A la práctica se han negociado salarios por debajo del IPC por no poder llegar a acuerdos que permitan esa flexibilidad interna pero con control y participación por parte de los trabajadores.

Cuando Cándido Méndez pone letra a la música que ya estaba sonando, la verdadera izquierda SL y la masa enfurecida se ha lanzado contra él. Palabras como traidores y vendidos son las que están circulando hoy por toda la red. Más allá que como he demostrado, en plena crisis y tal y como ha evolucionado esta y la falta de posibilidades de soluciones a medio o corto plazo en lo que la ha causado y la sigue profundizando, las alternativas que hay es lidiar entre más despidos o reducción de salarios, me gustaría decir algunas cuestiones.

- Puedo entender que esta propuesta perjudica a trabajadores muy protegidos, que llevan muchos años en la empresa o a aquellos que son muy productivos y que serían los últimos en ser despedidos, pero estos son los trabajadores que más cobran, los que menos se han visto perjudicados por la crisis y los que analizan la situación desde un punto de vista de más privilegio. No son culpables de la crisis, yo prefiero que cobren bien y cada vez mejor, pero en plena crisis sus pérdidas (si negociamos salarios por debajo del IPC al final de la crisis en el peor de los casos habrán perdido un 5% de salario) son de menor grado que los que van al paro y se transforman en parados de larga duración, donde su problema no durará solo durante la crisis, sino que después entrarán con un menor valor en el mercado de trabajo.

- La falta de acuerdo en este sentido significará un decreto en la negociación colectiva que permita cláusulas de descuelgue sin supervisión sindical ni control por la parte del trabajador, ni acuerdo de garantías para recuperar el poder adquisitivo cuando la economía vuelva a crecer. Repito, la falta de acuerdo significa que el gobierno lo hará por decreto y sin control por parte de los trabajadores. Sí, negociar con la pistola en la cabeza no mola, pero no podemos obviar que hay dos pistolas en la mesa: una llamada 4.500.000 de desempleados y malas espectativas de crecimiento y otra llamada mayoría absoluta del PP.

- No llegar a un acuerdo de este tipo o no estar realizando este tipo de prácticas perjudica a los trabajadores menos productivos, con menores salarios, menos protegidos, o a los más jóvenes. Llegarlo reparte de forma más equitativa las pérdidas y no las concentra en determinados colectivos como lo está haciendo. Que alguien me diga si es más “izquierdista”, “igualitario”, “progresista”, “socialista” o el apelativo social-progresista que se quiera una situación que la otra. Traidor o vendido es quien solo piensa en el colectivo más protegido, donde más densidad de afiliación sindical hay y en los sectores y empresas con más capacidad para adaptarse a la crisis. Hay modelos sindicales que solo funcionan en determinadas profesiones o sectores hiperprotegidos, los sindicatos de clase como CCOO o UGT han de pensar en el conjunto de los trabajadores y no solo en los que son indespedibles.

- Sí, los culpables de la crisis son los Gnomos de Zúrich, Merckel, el BCE, los banqueros, los especuladores, y todos los problemas que he citado al inicio del artículo. Pero es que los sindicatos ni son actores con gran responsabilidad en estos ámbitos (el control que tiene el sindicalismo europeo del BCE es nulo, los sindicatos españoles no participan en los centros de decisión económica excepto y muy testimonialmente en algunas cajas de ahorro donde el control político es hegemónico y no el social, y los sindicatos no hacen las leyes ni se presentan en el Parlamento). Los sindicatos colaboran con entidades y colectivos en impulsar cambios, su presencia en la Plataforma per una Fiscalitat Justa y el impulso a una ILP por la dación en pago no es más que actuar como una entidad social más con un poco más de fuerza, pero no son actores directos como lo pueden ser partidos políticos, poderes económicos o instituciones financieras. Los sindicatos no pueden hacer u obligar a tomar decisiones a estos actores, no pueden ni es función suya hacer de partidos políticos o de instituciones financieras. Que el sindicalismo europeo no ha estado a la altura para dar una respuesta a la crisis y los vaivenes de los eurolíderes es cierto, pero este es un problema de interlocución o de existencia de voces sociales en Europa no de que responsabilidad en la toma de decisiones. Lo que hace el BCE lo decide el consejo de Europa y el propio director del BCE, no los sindicatos.

- Al final los sindicatos no es más que los trabajadores organizados en los centros de trabajo que se coordinan para conseguir mejoras y este acuerdo tiene el apoyo de estas bases en las empresas. Y en este principo se ha basado la UGT de Catalunya para firmar junto Foment del Treball y CCOO de Catalunya el Acord Interprofessional de Catalunya 2011-2014 que incluye relacionar los salarios a la cuenta de resultados. Algo que es lo mismo que dice Cándido Méndez cuando dice que cuando las cosas van mal, los salarios podrían crecer por debajo de la inflación. Ese acuerdo está ratificado por miles de delegados del sindicato que son los que son elegidos en las empresas, mayoritariamente en las Pymes (que por el mero hecho de concentrar más trabajadores es donde más delegados sindicales hay, excepto en microempresas), que son los que ven como está el patio en sus empresas y viven la realidad económica a pie de cañón y no lo sobrevuelan como los analistas y teóricos. La UGT de Catalunya organizó un referéndum entre sus delegados (más de 23.000 personas, que han sido escogidos por los trabajadores de sus respectivas empresas por las siglas del sindicato) para ver si se apoyaba la AIC o no, con un resultado aclaparador por el Sí.

Habrá quien seguirá diciendo que los sindicatos son traidores y vendidos por intentar redistribuir de forma más equitativa las pérdidas producidas por la crisis en la economía productiva, sobretodo los garantes de la Izquierda Verdadera SL, pero a los sindicatos, por suerte, no están para quedar bien delante de la masa enfurecida o ser garantes de valores intocables de la Verdadera Izquierda SL, sino para analizando la realidad económica y que se produce en las empresas defender de la mejor manera posible los intereses de los trabajadores. Y hoy, el interés de los trabajadores es reducir el paro. Como decía un sociólogo que admiro, este 2012 yo solo le pediría una cosa.


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