Yo soy perro aunque no muerdo,
porque sé filosofar
Le aseguro que ese muro
algún día ha de caer;
y será frente a los ojos
del que supo resistir
Construyamos subterráneos
por si viene un bombardeo
y cuidemos los derechos
que supimos conquistar
El último día de un Gobierno cipayo que se precie, debe encontrarlo a uno de gira y abrazado a los esbirros de la potencia enemiga que lo supo financiar
-Señor Cipayo, estas son las plazas que debemos reparar; elija alguna, porque no alcanza el presupuesto:
La del Libertador, El Triunfo de la Revolución, Cadenas Rotas, Patria o Muerte…
-Arregle la Placita del Carpincho Glotón
-Pero esa la terminamos ayer
-Yo sé los materiales que usan mis testaferros
Eran muchos los feriados,
repetía el empresario
esperando que el Gobierno
se pusiera de su lado
Cuando toco el piano,
yo cierro los ojos;
para no verme equivocar
-Cuidado, Maestro, la escalera
-Ayyyy
-¿Qué le pasó?
-No sé…
Cuando me caigo al suelo,
yo acostumbro quejarme;
y no tener que mirar
-Oiga… ¿por qué ese cartel dice Hombres Trabajando?
-¿Hay alguna mujer?
-Nopi
-¿Tonces? ¿Y ahí?
-Ahí sí, y son mayoría
-Bueno, siga su camino. Fue un gusto estar encantado de conocerla
-¿Por qué dice que este es un Gobierno de izquierrrda?
-No, de izquierda no; usted, está escuchando mal